A pesar de la introducción de nuevas costumbres, las festividades tradicionales en las comunidades mayas del municipio siguen siendo una rica herencia cultural. Forman parte del legado ancestral e incluyen rituales, danzas y ceremonias que aún se practican en diferentes localidades del centro, sur y norte de la demarcación.
Durante estas conmemoraciones se llevan a cabo encuentros sociales y espirituales de renovación, donde se honra a las deidades, se agradece por las cosechas y la salud, y se busca principalmente un equilibrio entre el mundo espiritual y terrenal. Por ello, en los primeros meses del año es habitual que las comunidades celebren sus fiestas patronales.
Honores al Santo Cristo de Amor
En este contexto, Landy May Chuiquil, responsable de organizar la festividad tradicional en la comunidad Chunhuas. a mediados de marzo, relató que, a pesar de la pérdida de interés en preservar los usos y costumbres, muchas familias continúan haciendo un gran esfuerzo por mantener viva esta celebración en honor al Santo Cristo de Amor.
Landy explicó que “uno de los propósitos principales de esta fiesta es seguir reforzando nuestras tradiciones, aunque lamentablemente estas manifestaciones se han ido debilitando por diversas causas”.
Agregó: “Desde hace varias generaciones hemos llevado a cabo esta ceremonia en honor al Santo Cristo de Amor, como lo hicieron nuestros antepasados, abuelos y padres. Ahora, mis hermanos Gilmer, René y yo, hemos asumido esta responsabilidad”.
Asimismo, reconoció que existe el peligro de que esta tradición desaparezca. “Antes se realizaban actividades en siete casas como parte de la organización, y ahora ya sólo quedan dos máakanes, estructuras que han ido desapareciendo”.
El máakan es una pequeña choza improvisada de huano (tapasombra) con un altar, donde se sirven pailas de chirmole al finalizar el rezo (máatan o t’oox). Generalmente, esta estructura se construye frente a la casa de los “kuuchnales” (diputados de las fiestas), donde también se reúnen las vaqueras y tocan los músicos del maya pax.
La joven Landy, vestida con un terno de colores vivos, comentó que ha disminuido el número de hogares que reciben al santo patrono, posiblemente por falta de fe o pérdida de interés en participar en estas costumbres tradicionales.
Añadió que varias familias se han integrado al grupo de maya pax del pueblo, y que algunos niños también han mostrado interés por preservar estas prácticas, especialmente la música.
Subrayó que uno de los factores que ha contribuido a que estas tradiciones se vayan perdiendo es la tecnología, especialmente los teléfonos móviles, que resultan más atractivos para las nuevas generaciones que su propia cultura.
Landy concluyó diciendo que “para preservar una cultura, o los usos y costumbres, primero debe ser conocida y valorada por nuestra gente, así como por quienes nos visitan. Por eso, ahora hay mayor apertura hacia los visitantes, quienes suelen capturar estos momentos a través de fotografías, algo que antes no se permitía durante las noches de vaquería”.
La fiesta tradicional en la comunidad Chunhuas, en honor al Santo Cristo de Amor se celebró del 8 al 14 de marzo, iniciando con la noche de vaquería, donde participaron varios grupos de mujeres y la orquesta La Dinastía de X-Yatil.
El peregrinar de la Vara de San Juan
El cronista de la ciudad, Mario Chan Collí, relató que esta festividad inicia con la peregrinación de la Vara de San Juan, desde la comunidad Kopchén, ubicada al sur del municipio, a unos 40 kilómetros de la cabecera municipal.
El Santo, como lo llaman en los pueblos por los que pasa, es acompañado por autoridades tradicionales y un grupo de maya pax compuesto por jóvenes y adultos que interpretan música sagrada. Los fieles también participan en rezos, oraciones y ofrendas alimenticias en las iglesias mayas que se visitan.
La peregrinación de la Vara de San Juan es una celebración de gran importancia para las comunidades del sur y poniente del municipio, especialmente para las trece localidades mayas: Uh May, X-Hazil Sur, San Andrés, Nohcah, Kopchén, Chancah, Mixtequilla, Chan Santa Cruz, Yoactún, Laguna K’ana, Santa María Poniente, Naranjal Poniente y Petcacab.
En este último pueblo, el Santo inicia su regreso a Kopchén. El grupo que lo acompaña recorre antiguos caminos hasta llegar nuevamente a su lugar de origen a mediados de junio, cuando comienza la gran fiesta en su honor.
Durante la festividad en Kopchén, el Santo es recibido por autoridades y devotos que llevan ofrendas, sobre todo alimentos, los cuales se comparten como parte de la tradición. Destaca el relleno negro, cocinado en un horno de tierra, llamado también pib.
La ceremonia religiosa se lleva a cabo en la iglesia maya del centro del pueblo. Al costado, se amarra el ruedo de toros, a base de madera, mientras que en la cancha se celebra la tradicional vaquería y la siembra del yaxché, árbol sagrado, como parte de las ceremonias que marcan el inicio de la fiesta.
La Santa Cruz
Otra festividad significativa es la celebración de la Santa Cruz por parte de los jerarcas mayas, especialmente en el centro ceremonial de la Cruz Parlante. Ahí se realizó una feria en honor a las Tres Cruces, con participación de vaqueras y la Orquesta La Dinastía de X-Yatil.
El 3 de mayo, durante el Día de las Tres Cruces, se llevó a cabo una ceremonia con ofrendas de comida y música sagrada maya pax. También asistieron grupos de concheros provenientes de diferentes estados del país, quienes cada año acuden a rendir homenaje mediante la danza.
De igual manera, en el centro ceremonial de la comunidad Tixcacal Guardia y Chumpón, durante estos días se realiza la fiesta tradicional en honor a las Tres Cruces, donde asisten diferentes autoridades de la etnia maya, e incluso se realiza visita entre los recintos religiosos.
Además, la Santa Cruz es considerada patrona de los trabajadores de la construcción. Ese día, los albañiles católicos colocan cruces en la parte más alta de sus obras para pedir paz y tranquilidad en el espacio que laboran.
Para el pueblo maya, la cruz representa los cuatro puntos cardinales y fue símbolo crucial durante la rebelión de 1847, conocida como Guerra de Castas, donde la gente luchó por su autonomía.
San Antonio de Padua se revela a niños mayas
En la comunidad Dzulá, los católicos veneran a San Antonio de Padua, quien, según relatos, se manifestó a un grupo de niños hace más de tres décadas, motivando la construcción de su capilla.
Carmita Tamay, testigo de este suceso, narró que cuando eran pequeños, ella y sus primos salían a cortar leña donde termina el pueblo. Un día, algo los asustó en el monte, y su primo Gustavo Tamay Xiu, armándose de valor, regresó solo. Ahí se le apareció el Santo.
“Desde entonces comenzamos a rezarle en secreto, llevándole café y galletas como ofrenda, hasta que fuimos descubiertos por nuestros padres”, recordó. Con el tiempo, la veneración fue decayendo, pero ahora ha resurgido con la restauración de su capilla, cuya reapertura está prevista para mediados de junio.
La actual líder comunitaria de Dzulá comentó que su primo fue quien descubrió al santo, y creen que estaba destinado a ello, pues logró trasladarlo desde su ubicación original, a pesar de estar tallado en piedra y ser muy pesado.