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Yucatán

El pasado africano de Yucatán: la historia del misterioso poblado afrodescendiente de Tizimín

En Tizimín se encontraba San Fernando de Aké, el cual era habitado por personas provenientes de Haití y Belice.
San Fernando de Aké fue conocida como una comunidad de negros provenientes de Haití y Belice
San Fernando de Aké fue conocida como una comunidad de negros provenientes de Haití y Belice / Efraín Valencia

San Fernando de Aké, sitio prehispánico asentado dentro de un rancho ganadero del mismo nombre, a pocos kilómetros de la comisaría de Dzonot Carretero, fue históricamente conocido como un poblado de personas provenientes de Haití y Belice, reveló el historiador Luis Antonio Pérez Salazar, quien afirmó que aún hoy existen descendientes de esas familias en la región tizimileña.

A unos kilómetros de Dzonot Carretero se localiza este sitio arqueológico que perteneció al antiguo cacicazgo maya de Chikinchel. En tiempos coloniales, San Fernando de Aké adquirió relevancia como asentamiento de afrodescendientes procedentes de Haití, fundado hacia finales del siglo XVIII. El lugar se conectaba mediante un sacbé con el sitio costero de Emal San Lorenzo.

De acuerdo con los estudios del maestro Jorge Victoria Ojeda, el sitio abarca unos cinco kilómetros cuadrados y cuenta con alrededor de un centenar de montículos, plataformas bajas y una estructura principal de unos 30 metros de altura. Además, conserva plazas, terrazas y restos de construcciones coloniales, como vestigios de un rancho anterior a la Guerra de Castas, cuyas antiguas maquinarias yacen en el cenote del lugar.

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Un documento de 1809, firmado por José Carreño, menciona que en la antigüedad existían numerosos graneros subterráneos. Se sabe también que por esta zona pasó Francisco de Montejo durante su recorrido por las provincias mayas de Ecab y Chikinchel.

A finales del siglo XVII, San Fernando de Aké se convirtió en refugio de negros auxiliares procedentes de Santo Domingo, tras la pérdida de la isla de La Española ante Francia. Entre ellos se encontraban miembros de las tropas del caudillo Jean François.

Los registros históricos indican que en 1796 llegaron a Yucatán 115 negros, quienes fueron asentados en San Fernando de Aké. Un mapa de 1798 ubica al poblado entre Loche, Río Lagartos, Emal y El Cuyo. La mayoría eran originarios de África, junto con 15 criollos de Santo Domingo y otros procedentes de Belice. Aquella comunidad mantuvo su independencia durante años y en 1843 el explorador Frederick Catherwood se refirió al lugar como la Jefatura Africana.

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Para 1809 se contabilizaban 73 casas y 233 habitantes (15 de ellos criollos), la mayoría con viviendas de madera y paja, y unas pocas de mampostería. Se intentó construir una iglesia, aunque sólo se concluyó el bautisterio, según un informe militar de 1798. Los fallecidos eran llevados a enterrar al cercano poblado de Kikil, en Tizimín.

Durante el período republicano, las fábricas de extracto de palo de tinte operaban principalmente en el Oriente peninsular, y se presume que una de ellas estaba en San Fernando de Aké, entonces conocido como San Fernando de los Negros. En 1841, el censo registraba 853 habitantes (negros, indígenas y mestizos) dedicados en su mayoría a la labranza.

Hacia la década de 1840, las relaciones culturales y sociales entre los pobladores de origen africano, beliceño y local eran estrechas. Sin embargo, la Guerra de Castas (1847) provocó un éxodo masivo hacia Belice, considerado por muchos como un retorno simbólico a su identidad.

Belice se convirtió así en destino de numerosos grupos de San Fernando de Aké y otras comunidades del Oriente y Sur de Yucatán, como Yalahau, Río Lagartos, El Cuyo, Sucopó, Dzonot Aké y Tihosuco, que huyeron del conflicto. Para 1855, se estimaba que más de 14 mil yucatecos, principalmente indígenas y mestizos, habían emigrado hacia el país vecino.

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