
El mercado inmobiliario yucateco atraviesa un reacomodo profundo. Las ventas de vivienda muestran señales de recuperación, pero el desarrollo de nuevos proyectos avanza con cautela y, en medio de ese vaivén, las casas de costo medio se vuelven cada vez más difíciles de encontrar.
Así lo describe en entrevista exclusiva con POR ESTO! Iván Cervera López, presidente de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI) en Mérida, quien advierte que el gran faltante está en las viviendas entre 1.5 y 2 millones de pesos, rango que se ha convertido en terreno casi imposible de cubrir para familias que buscan un hogar de calidad.
Ventas que se recuperan frente a oferta limitada
Los datos coinciden con los reportes de portales especializados. Según Inmuebles24, la demanda de vivienda en Mérida aumentó 5.1% en 2025, mientras que las rentas crecieron 14.2% y los precios de venta 19.5% respecto al año anterior. Este repunte, sin embargo, contrasta con un ritmo más lento en la aparición de nuevos desarrollos, frenados por el encarecimiento del suelo y los costos de construcción.
“El último trimestre mostró más dinamismo porque se concretaron operaciones rezagadas de meses anteriores, pero la creación de proyectos sigue siendo más lenta de lo necesario”, señaló Cervera López.
Precios que suben más rápido que los salarios
En Yucatán, el precio promedio de una vivienda oscila entre 1.5 y más de 4 millones de pesos, dependiendo de la zona y la tipología. El segmento residencial, que concentra la mayor actividad, se ubica entre 2.5 y 4 millones. “Hoy por hoy, una vivienda media de calidad por debajo de 1.5 millones prácticamente no existe”, advierte el dirigente de la AMPI.
La Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) refuerza esa tendencia: un departamento de dos habitaciones en Mérida ya supera los 3 millones de pesos, cifra que hace apenas unos años parecía impensable.
El suelo, la inversión y la presión en los precios
Uno de los motores estructurales de este boom es el encarecimiento del suelo. Proyectos como Mahal Residencial, en Conkal, han reportado rendimientos anuales de hasta 38.8% en la venta de lotes, con precios por metro cuadrado que pasaron de 1,300 a más de 3,150 pesos en pocos años. Otro ejemplo, Puerta Xaibé, ha registrado un retorno de inversión cercano al 17.7% anual.
“Los terrenos siempre suben, para bien o para mal. No es la demanda desbordada lo que empuja los precios, sino la inflación y el costo de la tierra”, puntualiza Cervera. Aunque comprar un lote puede ser una inversión rentable, no resuelve la necesidad de vivienda, añade.
Norte en expansión, Poniente en observación
La expansión inmobiliaria se concentra en el norte de Mérida, particularmente en zonas como Temozón, Santa Gertrudis Copó y Montebello, además de municipios cercanos como Conkal y Caucel, donde siguen surgiendo fraccionamientos y proyectos verticales.

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Pero el crecimiento empieza a diversificarse. En el Poniente, Hunucmá se perfila como polo emergente, con plusvalías proyectadas entre 10 y 15% anual. Estos polos de desarrollo ofrecen oportunidades, aunque también plantean riesgos de segregación espacial y presión sobre los servicios urbanos.
Competencia feroz y depuración en el sector
La llegada de desarrolladores nacionales ha elevado los estándares de calidad y exigido mayor profesionalización. “Las reglas del juego han cambiado. Hoy competimos con firmas de todo el país, y quien no se adapte o no logre elevar su nivel, quedará fuera del mercado”, sostiene Cervera López.
Esa competencia también ha depurado al gremio: de los 15 mil agentes inmobiliarios estimados hace un año en Yucatán, hoy la cifra se ha reducido, resultado de un mercado más exigente y competitivo.
Un boom con tensiones sociales
El dinamismo inmobiliario no está exento de contradicciones. La vivienda social sigue dependiendo del respaldo estatal y federal, pero no es el foco de inversión privada. Las familias de ingresos medios enfrentan el dilema de elegir entre endeudarse más allá de sus posibilidades o resignarse a opciones de menor calidad.
Especialistas en urbanismo advierten que la expansión desigual puede generar segregación, discontinuidad en los servicios y presión sobre la infraestructura en municipios aledaños. Pese a ello, la CMIC sostiene que, al menos por ahora, no hay señales de una burbuja inmobiliaria en Yucatán: el crecimiento es fuerte, pero no se percibe especulación desbordada.