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Campeche

Cambio climático y los agroquímicos en Carmen ponen en crisis la existencia de las abejas

En Campeche, las abejas enfrentan una grave crisis provocada por el cambio climático, la contaminación y la deforestación.
La contaminación del suelo, del néctar y agua son las grandes amenazas
La contaminación del suelo, del néctar y agua son las grandes amenazas / Especial

En las ciudades rodeadas de selva y riqueza natural, como muchas en el estado de Campeche, la presencia de abejas debería ser una señal de equilibrio ecológico. Sin embargo, cada vez es más común encontrarlas muertas o ausentes. Desafortunadamente, el año pasado, para la temporada de calor, millones de estos insectos murieron y lo que se espera para este 2025 en cuestión de temperatura, aunado a otros factores, el panorama para las abejas es desalentador, así lo refirió Ruth Briones Celis, institutriz en la escuela ambiental U Najil Xook Báalam Kaaboob, al reconocer que las abejas están desapareciendo y, con ellas, parte esencial de la vida.

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“Lo que está ocurriendo es una crisis silenciosa. No solo por la mortandad evidente, sino por la intoxicación crónica que altera su comportamiento, su memoria, su capacidad de vuelo e incluso su tamaño”, advierte Briones, quien dedica su labor a educar sobre la importancia de las abejas y su papel en los ecosistemas. A nivel mundial existen más de 21 mil especies de abejas, pero solo un cuatro por ciento produce miel. El resto son especies solitarias o sociales que cumplen funciones clave en la polinización de cultivos y plantas silvestres. Estas especies están siendo severamente afectadas por el cambio climático que altera las temperaturas para sus nidos, y por el uso indiscriminado de agroquímicos y fumigaciones urbanas.

“El año pasado tuvimos sensaciones térmicas de hasta 60 grados. Muchas colmenas murieron. Este año ya empezamos a ver afectaciones. A eso se suma la contaminación del suelo, el néctar y el agua. Todo está intoxicado”, dijo. Briones también denuncia la deforestación en zonas urbanas y periurbanas, donde las talas afectan gravemente la disponibilidad de aceites y resinas esenciales que las abejas meliponas utilizan para construir sus colmenas.

“Por más flores que sembremos, si no hay árboles, no pueden producir la mezcla necesaria para construir”, señala. Frente a este panorama, la educadora hace un llamado urgente a la ciudadanía: dejar de usar aerosoles y pesticidas domésticos, optar por extractos naturales como el nim, evitar productos desechables y reducir el consumo de plásticos, que se están convirtiendo en una amenaza adicional por la generación de nanoplásticos que afectan también a estos polinizadores. “No todo está perdido. Si cambiamos nuestros hábitos podemos generar un impacto positivo. Así como destruimos, podemos restaurar”, concluye Briones, convencida de que la educación ambiental es clave para revertir la crisis.

JY

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