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Campeche

Don “Chito” Uicab es el carpintero más antiguo de la ciudad de Hopelchén

El famoso personaje recordó que sus primeros trabajos fueron la fabricación de implementos y equipos apícolas
Don Feliciano Uicab Chí tiene más de 55 años trabajando como carpintero.
Don Feliciano Uicab Chí tiene más de 55 años trabajando como carpintero. / Foto: Mauriel Koh

Don Feliciano Uicab Chí mejor conocido como don “Chito Uicab”, es el carpintero más antiguo que existe en la ciudad de Hopelchén, con más de 55 años trabajando la madera y fabricando diversos muebles del hogar, puertas y ventanas, y otros; su legado lo heredó a sus hijos quiénes, todos se dedican a la carpintería.

Nació el 28 de enero de 1948 y cuenta con 77 años de edad, y recordó que inició el trabajo de carpintería en 1970 por necesidad, pues era campesino y también apicultor como hasta ahora, pero no tenía dinero para comprar cuadros, cajas, bancos y otros implementos más.

Don “Chito” está casado con doña Martha Rosas Acosta y procrearon a sus hijos Juan Carlos, Jorge Feliciano, Renán Arturo, Juan Bautista y José Uicab Rosas, y todos trabajan la carpintería y tienen sus propios talleres; además de las mujeres que son Rita, Patricia y Minda Guadalupe, quienes se dedican a otras actividades.

Me siento orgulloso de mis hijos, porque sin que yo les pida que aprendan este oficio, optaron por ser parte de este bonito trabajo, todos son artesanos y enfrentan los retos de la vida; Renán tiene un taller grande en Mérida y tiene siete empleados.

“Solo les inculqué que sean responsables y que hagan trabajo de calidad para dejar satisfechos a los clientes”, dijo don Chitom quién expresó sentirse cansado, pero, sigue con ese oficio con el cual creció a todos sus hijos, al igual con el oficio de agricultor y apicultor.

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El origen e inicio de su oficio

Dijo que su papá Juan Uicab Canul (+) fue campesino muy pobre, y él lo ayudaba con la tumba, roza y quema, y en los árboles del monte veían los enjambres de abeja, pero no tenía los cuadros ni cajas para poner los insectos, y su sueño fue fabricar sus propios equipos apícolas.

Recordó que, no le da pena decir cómo inició con ese trabajo pues su mamá doña Adelaida Chí (+) le dio 150 pesos para que fuera a la ciudad de Campeche a comprar un cepillo #5, una escuadra de metal, un serrucho, un martillo y clavos, entre otros, fue todo lo que pudo comprar porque no le alcanzó para más, ya que tenía que dejar 5 pesos para su pasaje de retorno a la ciudad de Hopelchén.

En ese entonces empezó a traer la madera en troza desde el monte y lo llevaba a la carpintería de don Eloy Sandoval (+) quién trabajaba con su hijo Ernesto “Neto” (+), quiénes le cortaban la madera en tablas, y luego fue contratado para trabajar primero como ayudante y luego como socio en la carpintería de don Eloy, y con lo que ganaba compró un disco y otras herramientas que llevaba a ese taller, para hacer trabajos en conjunto.

Dijo que sus primeros trabajos fueron la fabricación de implementos y equipos apícolas para llevarlos a su apiario, y así fue perfeccionado poco a poco, y nunca imaginó que sería un carpintero que se hizo empíricamente, “así quise y pude”, externa.

"Don Chito" se inició por necesidad en este oficio en el año de 1970.
"Don Chito" se inició por necesidad en este oficio en el año de 1970. / Foto: Mauriel Koh

Su sueño fue tener una sierra y lo logró, y poco a poco fue haciendo trabajos ya más grandes, marcos, puertas y ventanas que hasta tardaba dos meses para terminar, y recuerda que el primer trabajo que hizo fue una puerta para la casa nueva de su difunta suegra, doña Sara Acosta.

De ahí en adelante lo fueron conociendo y empezó a realizar trabajos, cortaba las tablas a pulso porque no tenía las herramientas adecuadas, y su segundo trabajo fue en la comunidad de Iturbide en donde hizo puerta y ventana.

Ya con los primeros trabajos, reunió dinero y al querer comprar un motor grande para su taller, el dueño de esa tienda en la capital campechana le recomendó iniciar con un motor pequeño con volanta que funcionaba con gas, porque la energía eléctrica en su casa no era trifásica.

El dueño de la tienda le ofreció crédito con el primer motor de volanta y pagaba 15 pesos de abono al mes, y también tenía la oferta de otra máquina más grande bien equipada, pero solo inició con un motor pequeño.

Dios lo bendijo, porque en el entonces Instituto Nacional Indigenista (INI) entre 1975 y 1980 inició un programa de impulso a la apicultura que dio apoyos a los mieleros de todos los ejidos de Hopelchén con abejas, cajas, tapas, pisos y cuadros, y él fue contratado para hacer esos equipos agrícolas, trabajó día y noche, en la puerta de su casa pegaban los camiones del INI para llevar a las comunidades esos equipos, y ahí empezó “su despegue” como carpintero.

El experimentado carpintero heredó sus conocimientos a todos sus hijos.
El experimentado carpintero heredó sus conocimientos a todos sus hijos. / Foto: Mauriel Koh

Con lo que ganó en tres meses, compró más maquinaria y herramientas para fomentar su taller con todo lo necesario, y compró un terreno en la esquina de la calle 11 por 26 de la colonia El Tamarindo en donde instaló su taller, pues ahí había un transformador y energía eléctrica trifásica, pero tuvo problemas con un vecino, vendió el predio y se instaló en su casa en donde trabaja hasta ahora.

Don “Chito Uicab” es todo un personaje chenero, por ser un artesano empírico forjado por la cultura del esfuerzo, perseverancia y lucha diaria por salir adelante.

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