El choque verbal entre Donald Trump y Vladímir Putin se recrudeció. En una serie de publicaciones en Truth Social, el mandatario estadounidense acusó al Kremlin de “estar jugando con fuego” al intensificar los bombardeos sobre Ucrania y aseguró que, de no frenar la ofensiva, Moscú enfrentará “sanciones muy duras”.
“Si no fuera por mí, a Rusia ya le habrían pasado cosas muy malas, y quiero decir muy malas”, escribió Trump, quien afirmó haber mantenido siempre una “buena relación” con Putin, pero lamentó que el líder ruso “se ha vuelto completamente loco”.
La reacción llega tras la mayor oleada de drones y misiles rusos desde 2022, que dejó al menos 13 civiles muertos el fin de semana, incluidos tres menores, según Kiev.
El Kremlin justificó los ataques como respuesta a incursiones ucranianas con drones sobre las regiones de Bélgorod y Kursk, y acusó a Ucrania —con apoyo europeo— de sabotear las conversaciones de paz.
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Aunque Trump impulsó este año un plan de negociación que contempla concesiones territoriales y garantías de seguridad, la negativa rusa a declarar un alto el fuego llevó a la Casa Blanca a endurecer el tono.
Fuentes del Consejo de Seguridad Nacional confirmaron que el presidente sopesa ampliar el embargo tecnológico y restringir aún más el acceso de bancos rusos al sistema financiero occidental.
Analistas del Council on Foreign Relations advierten que una nueva ronda de sanciones —sumada a las tarifas comerciales que Trump ya baraja— podría presionar la economía rusa, cuyo PIB cayó 3 por ciento en 2024, pero también tensionar a los mercados energéticos europeos.
Mientras tanto, Kiev celebró las declaraciones, aunque insistió en que necesita sistemas antiaéreos adicionales antes de la llegada del invierno.
Trump concluyó su mensaje con una advertencia directa: “Si Putin intenta ir por toda Ucrania, lo único que conseguirá es precipitar la caída de Rusia”.
El Kremlin no respondió oficialmente, pero medios estatales calificaron las amenazas de “retórica electoral” y descartaron un cambio de estrategia militar. Con la diplomacia estancada y ambas potencias endureciendo posiciones, la guerra entra en una fase de escalada discursiva que podría traducirse en nuevas sanciones y contraataques sobre el terreno.
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