Este martes se dio a conocer el fallecimiento de don Roque, un vendedor ambulante emblemático de la ciudad de Chetumal, quien junto con su esposa recorría las calles de la ciudad todos los días para trasladarse desde su casa hasta la Explanada de la Bandera, donde solían vender las frutas que cosechaban, siendo aquel el lugar donde los chetumalenses los fueron conociendo.
El señor Roque Jacinto y la señora Carmelita Briceño, ambos originarios de Oxkutzcab, del vecino estado de Yucatán, dedicaron años de su vida al trabajo ambulante independiente, por lo que fueron conocidos por gran parte de la población, toda vez que era común verlos cada tarde en la Explanada de la Bandera. Así como también en diversas calles de Chetumal, cuando iban o venían de su domicilio ubicado en la calle Juan José Siordia entre las avenidas Héroes y Belice.
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Durante el confinamiento por la pandemia del Covid-19 se volvieron más conocidos, ya que sus rostros empezaron a circular en redes sociales, debido a que algunos chetumalenses solicitaron el apoyo de la ciudadanía para comprarles sus frutas y chicharrones, pues las medidas de sanidad impedían que siguieran yendo a vender, debido a que su avanzada edad los situaba dentro de la población vulnerable.
Sin embargo, en cuanto las condiciones fueron mejorando y la ciudadanía comenzó a adaptarse a la llamada “nueva normalidad”, don Roque y doña Carmelita de nueva cuenta eran vistos en las calles de Chetumal empujando su triciclo con toda su venta para ir a la Explanada de la Bandera, o cuando iban de vuelta a su casa a descansar.
A últimas fechas, la pareja dejó de acudir a vender donde ya era habitual verlos, debido a que la edad iba pesando más en los dos, por lo que comenzaron a poner su triciclo en la acera frente a su casa, donde era común ver a don Roque sentado a un lado de su venta esperando la llegada de los clientes, y después a doña Carmelita, ya que se turnaban para cuidar su puesto.
No obstante, este martes las redes sociales se inundaron con la noticia de que don Roque falleció, dejando sola a su compañera de vida, doña Carmelita, quien ahora tendrá que hacerse cargo sola del negocio en el que tanto tiempo trabajaron juntos.