
De naturaleza esquiva y solitaria, la garza agamí (Agamia agami), considerada la más bella del planeta, es una de las aves más buscadas por los fotógrafos de vida silvestre, quienes sueñan con poder captarla.
La especie, única representante del género agami, posee un tamaño que oscila entre los 66 y 76 centímetros. A pesar de que sus patas son relativamente cortas para una garza, cuenta con un pico delgado y largo, su principal herramienta para atrapar presas.
El ave se distingue por sus atractivos tonos, mientras el cuello y la parte inferior son de color castaño, una línea blanca corre por el centro de su garganta. Sus alas son de color verde y finas plumas azules adornan su cabeza, así como los lados de la garganta, y la base de la espalda.
A pesar de que habita en gran parte del continente americano, incluyendo el sureste mexicano, es un ave difícil de observar debido a su comportamiento. Permanece oculta e inmóvil en sitios con vegetación densa como los manglares, en donde se alimenta de ranas, caracoles y peces.
Debido a sus hábitos crípticos, su estudio representa un reto para los conservacionistas. La Lista Roja de la UICN la clasifica como una especie vulnerable a nivel global, mientras que en México es considerada Sujeta a Protección Especial por la NOM-059-SEMARNAT-2010.
¿En qué sitios de Yucatán ha podido ser observada?
De acuerdo con la plataforma de ciencia ciudadana Naturalista, existen únicamente cuatro registros de la garza agamí en territorio yucateco. Las observaciones se concentran en el litoral poniente, cerca del puerto de Sisal. Lo anterior reafirma la importancia de proteger y preservar los ecosistemas costeros del estado.