
En medio de un ambiente de tristeza, indignación y llamados urgentes a la justicia, la comunidad de Cacao, comisaría de Abalá, Sur del estado, despidió a Reyes de Jesús Kuk Iuit, joven trabajador de 35 años de edad que perdió la vida tras un presunto accidente laboral en la planta procesadora de carne de la empresa Kekén.
El cortejo fúnebre, acompañado por familiares, amigos y vecinos del joven, recorrió las calles del poblado entre lágrimas y consignas que exigían el esclarecimiento de los hechos. Reyes dejé en la orfandad a un hijo de tres años y a una esposa profundamente afectada por la tragedia.
De acuerdo con versiones recabadas, el accidente ocurrió la noche del martes dentro de las instalaciones de la planta. Un elevador presuntamente en mal estado fue el causante del incidente, que también dejó gravemente herida a una trabajadora, quien falleció posteriormente en el hospital.
En fotografías y testimonios anónimos se evidencia que Reyes no fallecido inmediatamente como se afirmó inicialmente. Compañeros aseguraron que permaneció con vida durante unos 30 minutos, consciente y pidiendo auxilio.
“Quería vivir, pero lo dejaron morir. Nunca activaron los protocolos de emergencia. Esperaron a que dejara de moverse para llamar a una ambulancia particular”, relató un trabajador presente en el momento del accidente.
Este trágico hecho parece que no es un caso aislado. Según empleados y extrabajadores, al menos cinco muertes laborales han sido ocultadas en el pasado bajo amenazas y presión por parte de la empresa. Aseguraron que las condiciones de trabajo en la planta son peligrosas y que los accidentes son más frecuentes de lo que se reporta oficialmente.
“Aquí han pasado accidentes graves. Gente ha perdido dedos y manos, pero todo se maneja internamente, siempre se protege los intereses de la empresa”, compartió un exempleado bajo condición de anonimato.
La aparición, la mañana del sepelio, de una ambulancia privada en la entrada de la planta causó reacciones de enojo entre los asistentes. “Después de ahogado el niño, tapan el pozo”, murmuraban con impotencia algunos de los presentes.
El silencio de la empresa y las autoridades policiacas ha aumentado la indignación y desconfianza entre los familiares y la comunidad, quienes exigen una investigación transparente y la intervención inmediata de las autoridades correspondientes.
“¿Qué esperan las autoridades laborales para intervenir? ¿Cuántas tumbas más tienen que abrirse para que actúen?”, cuestionó una doliente durante el sepelio.
Reyes de Jesús Kuk Iuit fue sepultado entre gritos de justicia y aplausos, como una forma de despedida a quien en vida fue considerado un trabajador responsable y padre amoroso. Su muerte no sólo enluta a su familia, sino que también revela un posible patrón de negligencia que, de confirmarse, exige respuestas urgentes y acciones concretas.

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Comunicado de la empresa
Ante la tragedia que ocurrió en la planta de Kekén, donde un empleado perdió la vida, la empresa porcícola emitió un comunicado. Sin embargo, los empleados lo consideran insuficiente y acusan que se trata de una maniobra para “limpiar la imagen” de la empresa ante la opinión pública.
“Hacemos un llamado urgente a las autoridades laborales y de salud para que se haga una investigación seria y se tomen medidas. Ya basta de mirar hacia otro lado”, manifestaron. Hasta el momento, ni la empresa ni las autoridades han emitido nuevas declaraciones sobre estas recientes denuncias.
Después de la reciente tragedia que cobró la vida de un trabajador en la planta procesadora, ubicada en el municipio de Umán, empleados de la empresa comenzaron a levantar la voz para denunciar condiciones laborales peligrosas y negligencias que, aseguran, son ignoradas por supervisores y directivos.

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Alzan la voz trabajadores
Varios trabajadores compartieron testimonios y fotografías que exponen una serie de incidentes graves ocurridos dentro de la planta, muchos de los cuales nunca se han hecho públicos. Entre los casos reportados destaca el de una trabajadora que perdió un dedo luego que quedara atrapado en una charola en movimiento. “Tuvo que jalarlo con fuerza para evitar que le arrancara toda la mano. El dedo salió por completo”, relató uno de los testigos.
En las denuncias se menciona que muchas de las máquinas no cuentan con botones de paro de emergencia, un requisito básico de seguridad en entornos industriales. Esa omisión contribuye a la ocurrencia repetida de accidentes. A pesar de las visitas periódicas de Protección Civil, tanto estatal como municipal, los trabajadores afirman que no se han hecho cumplir medidas correctivas ni se ha exigido la implementación de estos dispositivos.
Otro incidente mencionado fue el de un joven que sufrió una grave herida en la mano tras cortarse con una sierra lineal presuntamente sin las protecciones adecuadas. También se reportan caídas frecuentes por pisos constantemente mojados, así como la imposibilidad de acudir al médico sin que se les descuente el día, incluso en casos en que los empleados presentan síntomas evidentes de enfermedad mientras manipulan productos cárnicos.
“La empresa obliga a muchos a seguir con su trabajo, aunque estén enfermos. Sólo se puede ver al médico interno y, muchas veces, les dicen que no es nada grave”, externó una trabajadora. Las voces dentro de la planta aseguran que esa situación es insostenible y refleja una falta de compromiso con el bienestar del personal. “Lo que pasó con nuestro compañero no fue un hecho aislado. Sólo fue la punta del iceberg. Llevamos años denunciando sin ser escuchados”, destacaron.