
Cada madrugada, el centro del Pueblo Mágico de Motul se convierte en un punto de partida para decenas de trabajadores de la construcción que, con herramienta en mano y mochilas al hombro, esperan el transporte que los llevará a obras en Mérida o en los principales puertos del estado.
Esta movilización no es una moda reciente, sino una respuesta directa a la precariedad laboral que enfrentan en su ciudad natal.
La falta de oportunidades, baja remuneración y escasez de beneficios han obligado a cientos de albañiles motuleños a buscar un futuro más prometedor lejos de casa. Según relatan los propios trabajadores, el éxodo comenzó hace más de una década y se ha intensificado en los últimos años, con una tendencia marcada: laborar en grandes construcciones donde reciben no sólo un mejor sueldo, sino prestaciones que en Motul simplemente no existen.
Moisés Bacelis, maestro de obra con más de 10 años de experiencia, recuerda que fue en 2014 cuando tomó la decisión de dejar de trabajar localmente para buscar empleo en Mérida.

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“Aquí en Motul es muy poco valorado el trabajo del albañil, por eso nos vamos a otro lugar. En los años que llevo tengo seguro de vida y prestaciones de ley”, aseguró.
Sus palabras reflejan una realidad compartida por muchos: en Motul, las obras son esporádicas y pequeñas, y el salario rara vez supera los mil 500 pesos semanales. Además, los contratistas locales no suelen ofrecer prestaciones ni condiciones mínimas de bienestar.
El panorama cambia radicalmente en Mérida o en la costa. Ahí, pueden llegar a percibir hasta 3 mil pesos a la semana, además de recibir alimentos, días de descanso y, en muchos casos, seguro de vida.
“Trabajamos de 8:00 a 17:00 horas, sí es pesado, pero allá sí pagan lo justo. Aquí ni un vaso de agua te dan”, señala Yair Borges, otro alarife motuleño.

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Las grandes obras que se edifican en Mérida, desde desarrollos residenciales hasta centros comerciales y hospitales, representan una fuente constante de empleo para este gremio. Muchas empresas incluso fletan transporte para llevar diario a los trabajadores desde Motul, lo cual ha facilitado este fenómeno migratorio.
El seguro de vida y las prestaciones son elementos clave en la decisión de los trabajadores de salir. Para muchos, se trata de garantizarle un futuro digno a sus familias, aunque eso implique pasar largas jornadas lejos de casa y soportar el desgaste físico que implica la construcción.
A pesar de la distancia y el esfuerzo, los albañiles no pierden el vínculo con su ciudad. Los fines de semana aprovechan para realizar trabajos adicionales, como reparaciones de muros o instalación de pisos. Son ingresos extra que complementan su economía familiar, aunque, como ellos mismos dicen, “lo bueno está afuera”.
El fenómeno no ha pasado desapercibido. Muchos jóvenes que recién inician en el oficio buscan integrarse al grupo que viaja diario. En cambio, sólo unos pocos deciden permanecer en Motul, ya sea por necesidad o por preferencia personal.