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Campeche

Proceso interno del PRI en manos de Salinas y Peña

Eudaldo Chávez Molina ¡Crónicas del T´nab!

Lastres de la corrupción arropan a “Alito”…

Después de una derrota sin precedentes, el nonagenario PRI llegó a su etapa de extinción en medio de una crisis de credibilidad y desconfianza y “Alito” podría ser su heredero universal y sepulturero. En la recta final del cambio de estafeta, su Consejo Nacional ha aprobado que el nuevo dirigente sea “electo” en un proceso abierto y con el voto directo de las bases, todo con la urgencia de demostrar que el PRI puede pasar la prueba de la democracia, aunque no está hecho para eso.

En la renovación de la dirigencia nacional del PRI se está haciendo un show mediático para hacerlo emerger de la indiferencia de la escasa militancia que le dio la espalda el 1 de julio del 2018. Para esa publicidad se gastan millonarios recursos provenientes del presupuesto de los Estados, pues integrantes del sindicato de gobernadores, al mando de Salinas y Peña, le apuestan a imponer como dirigente nacional al hasta hoy gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas.

Aunque la que va creciendo en las encuestas es la ex gobernadora de Yucatán Ivonne Ortega Pacheco, quien, al abrirse el proceso formal, lleva la delantera en la mayoría de las encuestas, su colega de Campeche se ve obligado a reforzar su imagen publicitaria con millonarios recursos del presupuesto, lo que constituye un delito que deriva en conflicto de intereses.

Detectado este desvío del presupuesto, el ex gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz ha presentado denuncia en contra de “Alito” por conflicto de intereses, pues con esta actitud pretende superar a los que lo aventajan en la carrera por alcanzar la dirigencia nacional del PRI. Los gobernadores que están con el mandatario tratan de imponer su hegemonía.

El jefe del Ejecutivo Estatal de Campeche no la tiene nada fácil; su participación en este reality show lleva la intención de maquillar una posible imposición. En un proceso abierto con voto libre de la base militante no la gana el aún gobernador, aunque le urge una salida decorosa de Campeche, donde los abucheos en su contra son cada vez más intensos y frecuentes.

No es de extrañarse que de estos repudios quiera sacar el mayor provecho utilizando documento apócrifo para incitar a la violencia a los integrantes de su sindicato de gobernadores, argumentando que esos abucheos son organizados por MORENA. Una frágil argumentación que cae por su propio peso, pues este partido ya es gobierno y no necesitan del bullying en contra de nadie para consolidarse y ampliar su cobertura con miras a las elecciones del 2021.

No hay que perder de vista que los ex presidentes Carlos Salinas y Enrique Peña tienen metidas las manos en la renovación de la dirigencia nacional del PRI, en tanto las ingenuas bases creen que su partido pasará la prueba de la democracia. Nada más falso, los ex presidentes operan para imponer al todavía gobernador de Campeche, al que ya le urge salir del Estado antes de que la acción de la justicia lo alcance.

Ha iniciado formalmente el proceso de “cambio” en el comité nacional, donde se pretende un relevo generacional, pero el grupo dominante del lastre que llevó al PRI a su etapa de extinción es el que maniobra para concretar la imposición que sigue. Ni relevo generacional, cambio ni elección, simplemente imposición de la coalición dominante desde 1929 en que nació lo que un tiempo fue el PNR hegemónico que se fue diluyendo pasando de PRI a RIP en el 2018, cuando tuvo una derrota histórica. El PRI ha sobrevivido por sus pactos contra natura política y por sus alianzas inmorales.

No se olvida que en el 2000 fue Zedillo quien entregó el PRI a su aliado el PAN, con Fox como presidente, lo que obligó a la dirigencia nacional a pepenar cargos y salir a las calles a recoger los escombros que el tiradero dejó con la victoria pactada de Vicente Fox. Y en el año 2006 se borró al madracismo derrocado a modo por Felipe Calderón, siempre con el apoyo del PRI.

Con esas alianzas, dos decisiones estratégicas propiciaron en el conflicto interno una depuración de liderazgos pactando con Fox y Calderón el apoyo del PRI al PAN con la condición de reposicionar a las élites populistas que fueron desplazadas por el neoliberalismo que representan Salinas y Zedillo, y ahora Peña Nieto.

En el proceso de este año Salinas y Peña tienen bajo su mando el proceso interno y operan a favor de “Alito”. El pacto se firmó en la residencia de las Lomas, cuando Salinas llegó a Campeche hace varios meses. La disputa por los escombros del PRI está entre las élites que sobrevivieron a la catástrofe del 1 de julio del año pasado y “Alito” es la punta de lanza para reconstruir y rescatar el pasado político.

Son los dos ex presidentes derrotados, pues Salinas fue perseguido en el sexenio por Zedillo y estuvo muy cerca de la cárcel; fue Zedillo quien entregó el poder al PAN y Enrique Peña Nieto impuso a un priista no priista, a Meade Kuribreña, y hundió al PRI en la sepultura con un 14 % del voto presidencial y 8 % de voto en el Congreso de la Unión, más las derrotas de más de la mitad de gubernaturas.

El PRI entra a la renovación de su comité nacional con tres grupos enfrentados entre sí. En el top entre la disputa está el oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz y la yucateca Ivonne Ortega Pacheco, aliados con las bases y en plena campaña recorriendo el país y se están ganando el voto directo. Votos que de nada les servirá porque las cartas están marcadas: el proceso es una simulación.

En la parte media del top siguen “Alito” y el líder de la bancada senatorial, Miguel Angel Osorio Chong; le siguen el matraquero del PRI y ex rector José Narro y la sobrina de Salinas, Claudia Ruiz. Las bases nada tienen que ver en este proceso en que el PRI se está jugando su extinción o recibe oxigenación artificial ante el avasallamiento constante de López Obrador.

No hay que menospreciar que los gobernadores priistas, de nueva cuenta, aparecen en el escenario como cuando en el 2006 Peña Nietro se encargó del PRI por la orfandad que dejó la derrota de Madrazo. Hoy Peña Nieto quiere reivindicarse imponiendo a Osorio Chong o a “Alito” como dirigente nacional; hizo a un lado a su primo Enrique del Mazo Maza, quien tiene el presupuesto bajo estricta vigilancia federal por el combate a la corrupción que ha implementado López Obrador.

En este proceso, Peña Nieto no cuenta como hace doce años del apoyo de su primo, porque está aliado a López Obrador. De “Alito” se asegura que desde el sindicato de gobernadores intenta inflar un liderazgo endeble. Aunque existe la percepción popular de que “Alito” también está aliado a López Obrador y, por eso, arremete en su contra y denosta casi a diario al Presidente de la República para tender una cortina de humo, intentando disipar esas sospechas.

En este escenario político, el mayor desafío para ponerle incienso a los restos del PRI estriba en saber aprovechar las pugnas por el poder que se da en el interior de MORENA y en las tensiones que derivan del Gobierno Federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador y MORENA.

Si este enfrentamiento político lo aprovecha el PRI podría alargar su agonía y repuntar en las elecciones intermedias, en que se darán las elecciones legislativas y la de gobernadores, como el de Campeche, donde para blindarse dicen que “Alito” ya entregó la gubernatura campechana a la oposición, por lo que en el 2021 habrá alternancia.

Hay que concluir que el apoyo que tiene “Alito” de Salinas y Peña en nada lo ayudan; ambos son un lastre muy pesado para el agonizante PRI por las derrotas del 2016 a 2018. Los dos, Salinas y Peña, siguen siendo los mejores representantes del neoliberalismo que fue caldo de cultivo del crecimiento avasallador del lopezobradorismo. Además se está pidiendo la expulsión de Peña del PRI por su horroroso pasado.

Pesa y mucho, que después de la escandalosa derrota del PRI quedaron en la orfandad política y, a partir del 1 de julio del año pasado, los gobernadores se convirtieron en las piezas con cierta fuerza por la coalición dominante de las mafias del poder, de las que son en realidad los jefes operativos hasta de los legisladores.

A pesar de todo lo que pueda suceder con la imposición del nuevo dirigente nacional, no habrá relevo generacional con el manejo del proceso interno en manos de Salinas y Peña, no se espera una contienda legal. Los ex presidentes anularán de antemano el surgimiento de una nueva generación y crecerán los pasivos pendientes, los lastres del pasado.

La contienda interna del PRI es un mero show mediático, está viciado de origen, inmerso en sendas demandas por conflicto de intereses y por el uso del presupuesto público para la campaña nacional. ¡Qué pena que siempre sea así, siempre de la misma manera!

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