
En medio de las altas temperaturas y el reciente periodo vacacional, panaderos locales reconocen que sus ventas han caído drásticamente, y aunque son conscientes de que no siempre pueden tener días de bonanza, en esta ocasión el calor hace que las personas prefieran consumir bebidas y alimentos frescos, y quienes ofrecen panecillos y postres en la vía pública tienen jornadas de más de seis horas sin vender.
Pequeños comerciantes como Gael Alberto Reyes Díaz, un joven vendedor de pan en el Centro de la ciudad, mencionó que este último mes ha visto afectadas sus ventas debido a la disminución de clientes en sus puntos habituales, siendo notorio el cambio de hábitos de consumo entre la población.
Desde antes de las nueve de la mañana, Gael Alberto inicia su trayecto desde la panadería hacia el Centro y recorre el Parque Zaragoza junto con la Plaza Cívica “7 de Agosto”, con la finalidad de ofrecer pan para acompañar con café y un postre. Pero cuando nota que en media hora no ha vendido ni una sola pieza, es cuando cree que la jornada será más difícil que otras. De hecho, en su carrito, en el que hay tres charolas, lleva todavía aproximadamente 150 piezas.

“Hay días en que me regreso casi con todo el pan y eso pega”, comentó Gael, quien señala que eventos como la Fiesta del Mar y otras actividades masivas recientes han desviado la atención del consumidor hacia zonas más turísticas o alternativas con opciones más frescas.
En su experiencia, las altas temperaturas juegan un papel clave en la caída de la demanda de pan dulce: “Con este calor, la gente busca cosas tropicales. Es normal que el pan no se les antoje”. Aunque mantiene una base de clientes fieles, admite que hay jornadas complicadas. “Un buen día puedo vender todo en una hora, pero hay otros en los que paso cinco o seis horas apenas vendo una parte. Es cansado estar en espera de que salga la venta”, detalló.
Para evitar pérdidas económicas, Reyes Díaz ha adoptado estrategias como reducir la cantidad de pan que ofrece en días particularmente calurosos o incluso regalar el sobrante. “No se tira, se regala. A veces lo que no se vende se compensa con traer menos al día siguiente”, explicó.
Su testimonio refleja los retos que enfrenta el comercio informal en Carmen, especialmente frente a fenómenos estacionales, eventos masivos y la falta de infraestructura que permita operar a los vendedores ambulantes, como él, que se dedica a vender donas con azúcar, con chocolate, rellenas de crema, así como hojaldras