
En el corazón de la región maya, una antigua leyenda revive entre los pobladores de Bolonchén, cuyo nombre significa “nueve pozos” en lengua maya. Se trata de una historia que combina amor, desesperación y esperanza, protagonizada por un valiente guerrero cuya búsqueda amorosa terminó por salvar a su pueblo de una sequía devastadora.
Cuenta la tradición oral que, tras la llegada de los españoles a tierras mayas en el siglo XVI, ciudades como Hochob, Xtampak y Dzibil Noh Aac fueron abandonadas. Los sobrevivientes se agruparon en nuevos asentamientos, entre ellos Hopelchén y posteriormente Bolonchenticul, la actual Bolonchén.
Durante una época especialmente difícil, una terrible sequía azotó la región. Ni las ofrendas ni los rituales convencieron a Chaac, el dios de la lluvia, de apiadarse de la población. El agua escaseaba, las cosechas se secaban y la vida comenzaba a desvanecerse.
En medio de la crisis, el jefe guerrero del pueblo —un hombre respetado por su inteligencia y valentía— se enamoró perdidamente de una joven de singular belleza. Sin embargo, la madre de la muchacha se oponía al romance y decidió esconderla en una profunda cueva para evitar que el amor floreciera.
Impulsado por la desesperación y el amor, el guerrero ordenó a sus soldados registrar cada rincón de la región. Tras varios días de búsqueda, uno de ellos escuchó un sollozo proveniente del fondo de una gruta. El jefe organizó de inmediato la construcción de una escalera con sogas y madera para descender al lugar.

Al reencontrarse, la joven se lanzó a los brazos del guerrero en medio del júbilo. Pero el destino tenía reservada otra sorpresa: en el fondo de la gruta yacían siete pozos naturales con agua abundante, cristalina y fresca. El líder maya los bautizó con nombres que aún se recuerdan: Chac ha, Pucuel ha, Sallab, Akab ha, Chokoj ja, Oci ha y Chimais ha.
Gracias a este descubrimiento, Bolonchén jamás volvió a sufrir por falta de agua. Las cosechas reverdecieron, la sed desapareció y el pueblo prosperó. Así, la unión de dos almas trajo la salvación para toda una comunidad.

Hoy, esta leyenda sigue viva en la memoria colectiva de Hopelchén, recordándonos que el amor, la perseverancia y el coraje pueden cambiar el destino de un pueblo.
JGH