
A unos 40 km al norte de San Francisco de Campeche, en medio de los manglares de la Reserva de la Biósfera “Los Petenes”, se encuentra la isla de Jaina, una antigua necrópolis maya construida entre los años 600 y 1100 d.C.
Un sitio artificial y sagrado
Este enclave artificial – levantado con “sascab” o tierra caliza – estaba separado del continente por un istmo inundable, haciéndolo un lugar semiaislado ideal para rituales funerarios. En lengua maya, Jaina podría significar “Casa del Agua”, aludiendo tanto a su ubicación como al simbólico tránsito hacia el inframundo.

Necrópolis de élite
Arqueólogos estiman que Jaina albergó cerca de 20,000 tumbas; hasta ahora se han excavado más de 1,000 con rituales complejos: entierros acompañados con cerámica fina, objetos vítreos y más de una figurilla de barro, usualmente sobre el pecho o en manos del difunto. Estas ofrendas señalan que se trataba de miembros de la élite —reyes, sacerdotes o guerreros destacables— provenientes probablemente de Edzná u otros sectores mayas cercanos.
Figurillas: arte y cosmovisión
Las famosas “figurillas de Jaina” representan escenas cotidianas, personajes rituales y deidades, demostrando un alto nivel artístico y creencias profundas sobre la muerte y la travesía al inframundo. Estas piezas se exhiben hoy en el Museo Arqueológico de Hecelchakán, en el Museo del Mundo Maya e incluso en el Museo Nacional de Antropología.
Investigaciones recientes y salvamento arqueológico
Tras los trabajos del Tren Maya, En Tramo 2 (Escárcega–Calkiní) se detectó el antiguo muelle de Jaina, y se trabaja en la infraestructura para un puente de acceso para investigadores y visitantes. Asimismo, en Tramo 7 (entre Constitución y Escárcega) se descubrieron 26 entierros adicionales, incluyendo 10 en cistas y lápidas con representaciones antropomorfas, ampliando el conocimiento de las prácticas funerarias mayas.
Un santuario ecológico y patrimonio vivo
Jaina no solo es un yacimiento arqueológico, también es un refugio natural: manglares, aves como garzas y pelícanos, y una vegetación típica que contribuye a preservarlo y a darle un ambiente místico. Su protección está garantizada por el INAH, para el acceso oficial y la conservación del sitio.
Conclusión
La isla de Jaina ejemplifica el dominio maya sobre territorios costeros, sus rituales funerarios y su rica herencia artística. Bajo la supervisión del INAH y en un entorno protegido, Jaina sigue revelando datos sobre la élite maya y su visión de la muerte, mientras se integra con proyectos como el Tren Maya para facilitar su estudio y preservación.
JGH