Mientras la sequía azota con fuerza la región, comunidades de la Península de Atasta enfrentan una alarmante crisis de agua potable, agravada por la inoperancia de una planta desalinizadora que, a pesar de haber costado más de 10 millones de pesos del erario, permanece sin funcionar y sin beneficiar a la población, así lo dio a conocer, José Antonio Alcocer Heredia, gestor social de Atasta, quien calificó dicha planta como un “elefante blanco” que nunca cumplió su objetivo.
En entrevista, expuso que la planta supuestamente debía abastecer de agua a diversas comunidades, pero hasta hoy “no llega ni una sola gota”, es decir, la planta está ahí, pero es como si no existiera. Porque la comunidad continúa dependiendo de pipas que envía la Junta Municipal de Atasta o de pozos —y eso cuando hay suerte—, porque en muchas casas el agua huele mal y no sirve para bañarse, ni lavar los trastes, solamente para el inodoro.
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Comentó que la falta de energía eléctrica estable ha sido un obstáculo constante para muchas cosas y el funcionamiento de esa planta desalinizadora construida hace dos años, ha quedado detenida por lo mismo. Las autoridades prometieron en su momento la instalación de paneles solares para mejorar el bombeo del sistema y evitar las fallas por apagones, pero no se consolidó.
Según Alcocer Heredia, incluso si la planta funcionara, uno de los principales problemas es que la infraestructura hidráulica data de hace más de 30 años. Las tuberías están deterioradas, muchas presentan fugas o están colapsadas, y la red completa se encuentra en condiciones precarias que impedirían el correcto abastecimiento. También se anunció una renovación de la red hidráulica en abril. Sin embargo, ya entrado mayo, no se ha visto ningún avance tangible.
“Nos dijeron que en abril comenzaban los trabajos, estamos en mayo y no hay maquinaria, no hay personal, no hay nada. Ni una manguera nueva hemos visto”, reclamó Alcocer Heredia, al señalar que algunas tomas de agua fueron colocadas de manera simbólica, aparentemente con fines mediáticos, pero no tienen conexión funcional ni entregan líquido.
La situación ha generado un profundo malestar en la comunidad, que exige respuestas tanto al gobierno estatal como a las autoridades municipales y a la Junta Municipal de Atasta. Los pobladores consideran que los recursos ya invertidos han sido mal utilizados y el derecho al acceso al agua potable sigue sin garantizarse, pese a ser un servicio básico y constitucional.
“No es un lujo, es una necesidad. Lo que aquí vivimos no debería estar pasando, menos después de que ya se gastaron millones en una planta que hoy es solo adorno, es un elefante blanco. De verdad que en esta sequía nos estamos muriendo de sed. No es posible que, siendo el agua potable un derecho humano, algo de primera necesidad no lo tengamos. Se invirtió, ¿para qué? Para nada”, sentenció el denunciante.
JY
