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Internacional

Por qué Washington asesinó al general iraní

Por Manuel E. Yepe

Obviamente, fueron Trump y sus secuaces quienes tomaron la decisión final de asesinar al general iraní Qassem Soleimani. Los asesores de Trump no han de haber dejado de recordarle que las guerras son la más socorrida estrategia de distracción, en especial en períodos electorales.

Sabido es que las fuerzas armadas y la CIA han pretendido durante mucho tiempo un cambio de régimen en Irán y las bravatas y el egocentrismo de Trump les dan una excusa muy útil en caso de que las cosas empeoren, como lo demuestra el hecho de que el Departamento de Defensa se apresuró en aclarar que el asesinato había sido decidido por Trump.

Es cierto que una guerra desviaría la atención de los graves y sombríos signos económicos que estaban surgiendo y que podrían afectar las perspectivas electorales de Trump, indicados por las peores cifras de fabricación de automóviles en 2019 (desde 2009), la caída de las ventas, el retroceso de las ganancias del sector energético estadounidense, etc. Y, por supuesto, está el infortunio del impeachment.

Todo el mundo sabe que la política interna de Israel juega un papel importante en las decisiones de Trump y nadie ha sido más amigo del asediado primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que Donald Trump. Incapaz de formar un gobierno y atrapado en una red de cargos de corrupción, Netanyahu necesita un salvavidas de distracción más aún que Trump.

Es probable que la política petrolera también sea un factor en las decisiones de Trump, aunque no en la forma en que la mayoría de los comentaristas la presentan.

Con mayor capacidad ahora de alcanzar la autosuficiencia en petróleo y gas, la industria estadounidense compite activamente hoy por los mercados y paralizar o bloquear a los rivales se convirtió en la política de los Estados Unidos. En lugar de arrebatar las fuentes extranjeras, la administración norteamericana muestra más interés en interrumpir, frustrar y amenazar a los proveedores de energía.

Obviamente, Trump y sus secuaces quienes apretaron el gatillo. Tomaron la decisión final de asesinar al general iraní. Pero fueron las décadas de arrogancia neocolonial, de intervencionismo “humanitario” condescendiente, de política petrolera, de chivos expiatorios políticos las que hicieron que Occidente viera el asesinato como moralmente “justificable”, aunque, tal vez, lo considerara imprudente.

Es importante recordar que la rabiosa oposición anti-Trump se opuso en su mayoría al hecho de que no se les consultara, que Trump se pasara de la raya, más que a que deploraran el acto.

Sin duda sus asesores no dudaron en decirle que las guerras son la gran distracción, especialmente en los años electorales. Ciertamente, elementos de las fuerzas armadas y de la CIA han buscado durante mucho tiempo un cambio de régimen en Irán. Y las bravatas y el egocentrismo de Trump les dan una excusa muy útil en caso de que las cosas se pongan feas (¡el Departamento de Defensa se apresuró a señalar que el asesinato fue decisión de Trump!) Una guerra desviaría la atención de los graves y sombríos signos económicos que están surgiendo y que podrían afectar las perspectivas electorales de Trump: los peores datos de fabricación desde 2009, la caída de las ventas de automóviles en 2019, el retroceso de las ganancias del sector energético estadounidense, etc. Y, por supuesto, está el fiasco de la impugnación.

Mientras que la amenaza a la paz mundial ha aumentado dramáticamente, el asesinato fue otra señal de la debilidad y la desesperación del imperialismo estadounidense. Los 80,000 soldados estadounidenses dispersos por todo el Medio Oriente no tienen ninguna justificación discernible: han perdido en Siria, no son deseados en Irak, no han podido reforzar a Arabia Saudita. Ni siquiera el personal militar que regresa y regresa puede explicar por qué han servido.

La agitación deliberada de las diferencias étnicas y religiosas por parte de los EEUU está demostrando ser menos eficaz de lo que se suponía. Y los agravios económicos y políticos, largamente reprimidos, de los pueblos de Oriente Medio están saliendo a la superficie, amenazando a algunos de los gobiernos clientes corruptos de la región, apoyados por Estados Unidos. Un mundo mejor está a la vista.

Sin embargo, un imperio estadounidense herido y debilitado está demostrando ser aún más peligroso en su desesperación.

(http://manuelyepe.wordpress.com)

(*) Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO!como fuente.

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