
Este sábado 10 de mayo, China y Estados Unidos reanudaron formalmente sus contactos comerciales en un intento por reducir las tensiones arancelarias que han marcado la relación bilateral desde el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca.
Las conversaciones se llevan a cabo en un entorno discreto pero simbólicamente neutral: la residencia del embajador de Suiza ante la ONU en Ginebra, Jürg Lauber.
La jornada arrancó por la mañana con tres horas de diálogo, seguidas por una pausa para comer y una reanudación vespertina, en lo que marca el primer encuentro formal entre ambos países desde que Washington impusiera un arancel general del 145 por ciento a las importaciones chinas, a excepción de algunos productos electrónicos.
China respondió con un arancel del 125 por ciento, generando lo que muchos analistas equiparan a un embargo comercial mutuo.

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Las delegaciones están encabezadas por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y el representante de Comercio, Jamieson Greer, mientras que por China lidera el viceprimer ministro He Linfeng, acompañado de asesores económicos y técnicos.
La reunión se da en un momento complejo: las exportaciones chinas crecieron un 8 por ciento en abril, mientras que las de Estados Unidos se desplomaron un 21 por ciento en el mismo periodo, según datos recientes que fortalecen la posición negociadora de Pekín.
El propio Trump anticipó el tono de la reunión al sugerir que un ajuste a la baja del arancel estadounidense a un 80 por ciento podría ser una salida “apropiada” para distender el conflicto.
Aunque no hay aún resultados concretos, el clima de negociación marca una inflexión clave en una guerra comercial que ha tensado cadenas de suministro globales y mercados financieros.
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