
El gobierno de Estados Unidos anunció que dará un paso atrás en su papel de mediador en las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania, en un giro importante de su política exterior respecto al conflicto en Europa del Este.
La portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, declaró que Washington “ya no será el mediador principal”, reflejando la frustración del presidente Donald Trump por la falta de avances tangibles en las conversaciones entre Kiev y Moscú.
Presión directa sobre Rusia y respaldo económico a Ucrania
Aunque Estados Unidos mantiene su compromiso con una resolución pacífica del conflicto, Bruce dejó claro que la solución “dependerá ahora únicamente de las dos partes”. La portavoz criticó la falta de acción del presidente ruso, Vladimir Putin, a pesar de sus repetidos discursos sobre paz.
El anuncio se produce un día después de que Estados Unidos y Ucrania firmaran un acuerdo bilateral de minerales estratégicos, creando un fondo conjunto que permitirá a Washington obtener créditos en forma de tecnología, equipamiento militar y entrenamiento para las fuerzas ucranianas.
El pacto ha sido interpretado como una forma de fortalecer a Kiev fuera del marco diplomático tradicional, lo que podría agravar las tensiones con Moscú.
Apoyo militar y presión política en Washington
Mientras se agota la ayuda militar previamente aprobada por el Congreso bajo la presidencia de Joe Biden, Ucrania continúa adquiriendo armamento directamente a fabricantes estadounidenses.
El Departamento de Estado aprobó esta semana una nueva licencia para exportaciones militares valuadas en al menos 50 millones de dólares.
Pese al respaldo, Trump rechazó la reciente solicitud del presidente Volodymyr Zelensky para adquirir sistemas de misiles Patriot por 15 mil millones de dólares.
En paralelo, líderes republicanos como JD Vance y Marco Rubio han señalado que la paz depende exclusivamente de un acuerdo directo entre Rusia y Ucrania.
Tregua simbólica del Kremlin no convence a Occidente
El Kremlin anunció una pausa de 72 horas en los combates entre el 8 y el 10 de mayo, coincidiendo con el Día de la Victoria en Rusia.
Sin embargo, funcionarios occidentales consideran esta medida una estrategia de relaciones públicas, sin intención real de poner fin al conflicto.
Con estos movimientos, Estados Unidos redefine su papel en la guerra más prolongada del siglo XXI, optando por el fortalecimiento estratégico de sus aliados en lugar de la mediación directa.
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