Alrededor de las 13:00 horas tiempo de México, la fumata negra que emergió de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina confirmó lo que muchos esperaban: los 133 cardenales electores reunidos en el cónclave no lograron llegar a un consenso en su primera votación para elegir al nuevo Sucesor de Pedro.
El humo oscuro, símbolo de desacuerdo, se elevó sobre el cielo de Roma minutos después de concluida la jornada, en medio de la expectativa mundial que rodea la elección del 267º papa de la historia de la Iglesia Católica.
El ritual, cargado de simbolismo, señala que ningún candidato alcanzó los 89 votos necesarios —dos tercios del total— para ser proclamado pontífice.
Los cardenales, que permanecen incomunicados dentro del Vaticano, continuarán con nuevas rondas de votación a partir de este jueves.
Noticia Destacada
Peter Turkson: Perfil del cardenal africano que podría convertirse en el sucesor del Papa Francisco
Tradicionalmente, se realizan dos votaciones por la mañana y dos por la tarde hasta que se logre el acuerdo. La duración del cónclave puede extenderse por días, dependiendo de la complejidad del consenso.
La fumata negra no solo es un hecho ceremonial; es reflejo de las profundas deliberaciones internas en las que se abordan los retos actuales de la Iglesia: desde la reforma administrativa, la atención a víctimas de abuso, hasta el papel del pontífice en los conflictos internacionales y el diálogo interreligioso.
Mientras tanto, el mundo católico y observadores internacionales permanecen atentos, a la espera de que, en cualquier momento, una fumata blanca anuncie al nuevo guía espiritual de más de mil millones de fieles en todo el planeta.
IO
