El Gobierno alemán elevó el tono frente a Israel. El canciller Friedrich Merz telefoneó este domingo al primer ministro Benjamín Netanyahu y le planteó tres demandas concretas: permitir “de inmediato” la entrada de suministros humanitarios suficientes a la Franja de Gaza; garantizar su distribución segura entre la población civil; y cerrar cuanto antes un acuerdo integral para liberar a los rehenes que siguen en manos de Hamás y declarar un alto el fuego.
Según un comunicado de la Cancillería, Merz describió la situación en Gaza como “insostenible” y subrayó que Alemania considera la solución negociada de dos Estados la única vía duradera de paz.
La conversación confirma el endurecimiento retórico de Berlín respecto a la ofensiva israelí. Hace apenas tres semanas, Merz ya había advertido que las acciones militares de Israel “ya no podían justificarse” sólo como lucha antiterrorista, postura que marca distancia con la línea de apoyo incondicional que mantuvo su predecesor, Olaf Scholz.
Aun así, el canciller reiteró a Netanyahu que la “seguridad y el derecho a existir de Israel continúan siendo parte de la razón de Estado alemana” y condenó sin matices el terror de Hamás.
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Puertas humanitarias y presión interna
El Ejecutivo alemán, bajo presión de sus socios socialdemócratas y de la opinión pública —cada vez más crítica con la guerra—, explora medidas adicionales, entre ellas condicionar futuras licencias de exportación de armamento si no se facilita el auxilio a los civiles de Gaza.
Analistas apuntan a que Merz busca equilibrar la histórica lealtad germano-israelí con la obligación legal de evitar la complicidad en violaciones de derechos humanos.
Telón de fondo geopolítico
La llamada se produce mientras la Casa Blanca impulsa un plan de alto el fuego escalonado y la Unión Europea discute la creación de un mecanismo de verificación de ayuda.
Berlín, que ya financia la mitad del presupuesto de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), advirtió que su contribución no será efectiva si los convoyes siguen bloqueados en los cruces fronterizos.
Con la ofensiva israelí aún activa y las negociaciones de rehenes estancadas, el gesto de Merz se interpreta como una señal de que la paciencia occidental tiene límites. La pelota, por ahora, está en la cancha de Jerusalén.
IO
