León García Soler
A la Mitad del Foro
Días de guardar, texto de Carlos Monsiváis, o película triunfadora de Everardo Gout, que coinciden en el valor del silencio y la repetición insoslayable de su paso para las víctimas de secuestro, o los afortunados poseedores de sentido común. Y de buen humor, dirán los innumerables lectores del Gran Monsi. Hoy llegan justo a tiempo los días de guardar. Particularmente, guardar silencio en la palestra politiquera empeñada en empañar su propio cambio.
O de cómo el salta pa’trás de la Cuarta Transformación se confundió con los recuerdos del porvenir. Y del encuentro en la blanca Mérida del predicador empeñado en no bajar ni un minuto del púlpito, con la inevitable respuesta sonora de una sobreviviente del antiguo régimen que se niega a morir. Que la senadora Dulce María Sauri Riancho, quien fuera presidente del CEN del PRI, es de la Casta Divina, acusó desde el púlpito del poder el Presidente López Obrador. Tal vez confundido por el recuento de asesinatos y de tantas tumbas colectivas donde arrojan cadáveres de nombre y origen desconocidos, los auténticos beneficiarios del herradero de instituciones demolidas para reducir a nada al Estado.
Hubo Carnaval y hubo Viacrucis en Iztapalapa, pero el llamado a meditar en silencio llegó en el salón del Palacio Nacional adaptado como santuario de la democracia demoledora de toda ideología. Ahí se celebran las popularmente llamadas “mañaneras”, en las que Andrés Manuel López Obrador prueba y comprueba que el gobierno de un hombre solo no es mito sino método de comunicación continua del pueblo sabio con el de la voz cantante: ¡Me canso ganso!, como escudo de armas del anticipado vencedor de la corrupción. Y de sus aliados, la impunidad y la mafia del poder. Ya en retirada esta última, convencida de que no hace falta un Gattopardo para que todo cambie y los beneficios para los de arriba sigan firmes. Aunque sean de quienes capitalizaron las décadas de concentración de la riqueza.
Concentración en manos del uno por ciento, del 0.01%, según los empeñados en que la economía sirve para que el gobierno sirva a los dueños del capital; de las veintitantas familias de paisanos empeñados en alcanzar la proporción que tienen los dueños de activos, cuyos capitales son superiores a los ingresos o ahorros del resto de la población de los Estados Unidos de América. ¡USA!, ¡USA!, ¡USA! Proclaman los migrantes centroamericanos que diariamente emprenden la travesía del desierto para llegar hasta la frontera que Trump, el racista intolerante y rapaz, amenaza cerrar para siempre y por ahora reduce el personal para que las mercancías mexicanas esperen días y días el milagro del documento de cruce.
Dirán los recién apoderados del gobierno, por medio del sufragio efectivo que fuera reclamo tanto del dictador Porfirio Díaz como de Francisco I. Madero, apóstol de la democracia. Ese cuya imagen está en los documentos oficiales del “Gobierno de México”, en lugar de los símbolos del Gobierno de la República. Y al diablo con sus instituciones. A riesgo de verse coronado con capucha inquisitorial de los “políticos de izquierda”, hoy convencidos de que en México y mundo que lo rodea ya no hay política de izquierda ni de derecha. De los leales seguidores de AMLO, dispuestos a encender la hoguera de las vanidades y condenar a quien siga empeñado en que la ultraderecha política se ha entronizado desde el Yukon hasta la Patagonia.
Y en el territorio de la vieja Europa, donde vuelven a marchar los del nazismo, con las mismas antorchas y las mismos cantos de odio contra los de la otredad. Hoy como ayer. Y el antisemitismo que condujo al infierno de Auschwitz; el que resurge en Nueva York, nada menos; el que se hace del poder en Hungría y amenaza con hacerlo en Polonia. Una ultraderecha inconcebible que amargamente encarna en la quinta elección de Benjamín Netanyahu en Israel. Y en el Brasil, la tierra del futuro de Stefan Zweig, hoy gobernada por el capitán Bolsonaro, neonazi que rinde homenaje al golpismo y acude a Washington a ponerse al servicio del ignaro xenófobo Trump.
Y Lula en la cárcel, prueba que la izquierda política vive. Vive en la voz del uruguayo José Mujica, el viejo varonil que desde Uruguay elogia al México que ha concedido asilo a miles, a decenas de miles de perseguidos; y hoy nos dice que el nuevo gobierno de México tiene un enorme desafío, “...tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, con las multitudes de migrantes centroamericanos en fuga de la miseria y la violencia, en busca del camino a la frontera con los Estados Unidos. Unica vía al Norte para el narcotráfico. Y Rafael Correa refugiado en Bélgica, desde donde condena la miseria moral del presidente Lenín Molina, quien abrió la puertas de la embajada de El Ecuador en Londres, para entregar a Julian Assange, el de Wikileaks, a cambio de unos millones de dólares.
Es hora de cumplir con los días de silencio y meditación. En el monólogo matutino, popular como “las mañaneras”, hubo accidental puesta en escena de una conferencia de prensa. Y de ahí al refugio de las redes sociales, para retomar el combate imaginario y multiplicar las precisiones sobre la falta absoluta de ellas en las cifras y datos que AMLO maneja ad libitum. Sin el auxilio de unas notas, de tarjetas, o siquiera un lápiz para detallar la marcha de la Cuarta Transformación, el proyecto o realidad de uno de los programas de la nueva era. Total, los números que ahí expuso pasaron por las manos de involuntarios correctores. Y ya. Queda el regusto del falso debate en el recuento del número de muertos, en total o en suma cero del pasado.
Es hora de meditar en torno al valor de las palabras y el significado que mal puede dárseles conforme al sistema de verdades alternas de Donald Trump. Se aprueba la Guardia Nacional con sorprendente unanimidad, tanto en el Congreso de la Unión como en los de las treinta y dos entidades de la Federación. Mando civil exigen el sentido común y la visión de la ONU y los organismos de Derechos Humanos. Se impuso el realismo y se dio otro significado a la letra de la norma constitucional. Porque el Presidente López Obrador ya había dicho que el mando estaría a cargo de un militar en activo.
Y la norma lo impide: exige que para ocupar un cargo en dependencias civiles ha de tratarse de militar con licencia o retirado. Pero uno en trámite de retiro sigue en activo. Y a pesar de que no hay leyes reglamentarias ni hay todavía soldados, marinos o policías federales incorporados, el secretario Alfonso Durazo acompañó a su jefe, el Presidente de México, al acto de madrugada en el que fueron presentados los integrantes del Estado Mayor de la Guardia Nacional. El general Luis Rodríguez Bucio será el Comandante. Nada sabía de una institución nonata. Y no se le puede culpar por eso. Su hoja de servicios es magnífica. Pero contiene su paso por la Escuela de las Américas en Panamá, academia de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América, especializada en combate al terrorismo, a los insurgentes durante los años crueles de la Guerra Fría.
No se le puede reprochar el deber cumplido al general Rodríguez Bucio. Pero habrá material para el combate imaginario. Y sobre todo, habrá quién se pregunte sobre el cambio de opinión del dirigente social López Obrador en busca del poder, y del vencedor del 1º de julio que ha decretado el final del neoliberalismo y, ya en el Palacio Nacional, ha declarado su respeto y acuerdo con Donald J. Trump. El de la Casa Blanca volvió al lenguaje soez de racista y aislacionista para repetir que México envía a los Estados Unidos a criminales, violadores y ladrones que son una amenaza, mientras el gobierno mexicano nada hace. Está en su derecho, ha declarado AMLO: “Paz y amor”.
Trump dice y se desdice. Escribe, tuitea, que el gobierno de México ya colabora con su política migratoria; que ya estamos deteniendo, “arrestando”, a migrantes centroamericanos que amenazan invadir a su país; despide a su secretaria del Interior y nombra a un extremista con fama de verdugo. Acá, Marcelo Ebrard agradece y acompaña a López Obrador a Mérida, Yucatán, donde celebran el undécimo diálogo los directores de empresas y autoridades del gobierno vecino con la Cámara Americana de Comercio y el Consejo Coordinador Empresarial. Ante Wilbur Ross, secretario de Comercio de los USA y empresarios de allá y aquí, el Presidente López Obrador agradecería la “actitud abierta y de respeto” del Presidente Trump en los asuntos de migración y de comercio.
Entre el calor del debate parlamentario y la exigencia presidencial de su derecho de r, Andrés Manuel López Obrador afirmó que Dulce María Sauri Riancho pertenecía a la Casta Divina. Ya en Mérida, la diputada del PRI le entregó un ejemplar del libro “La Casta Divina por dentro y por fuera”, escrito por ella. Y subió la infernal temperatura con el recuerdo de las guerrillas y las celdas del penal de Topo Chico. “Las conferencias mañaneras tienden a convertirse en un tribunal de la Santa Inquisición; ...una y otra vez hemos estado asistiendo a una especie de linchamiento mediático que propician las acusaciones del Presidente sobre la actuación de diferentes personas que no tienen la menor posibilidad de defenderse”, expuso la legisladora.
En Morena, doña Yeidkol Polevnsky defiende a capa y espada el triunfo de Miguel Barbosa en la encuesta para designar candidato a gobernador de Puebla. Va de nuevo. Y de nuevo se lanza la impulsora del poblano sobreviviente, contra Ricardo Monreal, senador que desayuna con el Presidente López Obrador en la oficina que fuera prisión de Madero. Del apóstol a quien su abuelo Don Evaristo denunció de ser espiritista, en carta a Porfirio Díaz. Nota: en el discurso conmemorativo del centenario del asesinato de Emiliano Zapata en Chinameca, donde no pudo asistir el Presidente de México. Otros tiempos, otros muertos por defender derechos campesinos en la tierra de Zapata.
Es hora del silencio y de retiro espiritual. Dicho, como dice el Presidente madrugador, “con todo respeto”.