
Durante la renegociación del T-MEC, escuché en los medios que las exenciones de IVA y aranceles para ciertos productos importados se establecían a 50 dólares. En un principio, pensé: qué bien, mis compras en línea en Amazon serán más baratas. Sin embargo, una conversación con mi gemela Bibis, quien tenía una tienda de estambres e hilos para tejer, me hizo ver el otro lado de la moneda.
Ella, como muchas pequeñas empresarias, compraba sus insumos por mayoreo y pagaba todos los impuestos correspondientes, los cuales tenía que trasladar a sus clientes. Mientras tanto, sus competidores digitales desde el extranjero, vendían productos similares sin pagar los mismos impuestos. De un día para otro, perdió competitividad frente a tiendas en línea que parecían inalcanzables.
Este fenómeno afectó a miles de pequeñas tiendas que vieron cómo las reglas del juego favorecían a las plataformas extranjeras. Esperé alguna reacción de los gremios comerciales nacionales, incluso me comuniqué con líderes empresariales y con miembros del equipo negociador del T-MEC. Me dijeron dos cosas: primero, que las plataformas de comercio electrónico y empresas de mensajería estaban negociando con mucha presión; y segundo, que también era una oportunidad para exportar nuestros productos con los mismos beneficios. "Nuestras hamacas, salsas y productos artesanales también podrían cruzar fronteras sin aranceles", me dijeron.
Pero me congelé con esa respuesta. ¿Cómo exportar si el 90% de nuestros productos artesanales provienen de la informalidad y carecen de la capacidad para competir formalmente en mercados internacionales?
Esperaba una reacción contundente de las grandes tiendas departamentales, pero el silencio fue casi absoluto. Al investigar, entendí que muchas de estas cadenas ganan más por los intereses de los créditos que otorgan que por los márgenes comerciales de sus productos, por lo que esta situación no impactaba directamente sus utilidades.
El sistema estaba diseñado para beneficiar a las plataformas digitales extranjeras: si comprabas menos de 50 dólares, no pagabas ni IVA ni aranceles; entre 50 y 117, solo pagabas IVA; de 117 a 1,000 dólares, IVA y aranceles; y por encima de 1,000 dólares, además de impuestos, requerías de un agente aduanal. Como resultado, las tiendas locales que importaban productos por mayoreo veían elevarse sus costos unitarios, mientras que los consumidores encontraban más conveniente comprar en línea desde el extranjero.
Pero llegaron buenas noticias para el comercio formal. A partir del 1 de enero de 2025, la presidenta Sheinbaum, a través del SAT, implementó nuevos aranceles para compras en línea realizadas a tiendas de países sin tratados comerciales con México, como China. Esto impactó directamente a plataformas como Shein, Temu y AliExpress: ahora se aplica un arancel del 19% sin importar el monto de la compra.
En Estados Unidos, el presidente Donald Trump también tomó medidas: eliminó la exención de impuestos a compras menores de 800 dólares provenientes de China. Desde abril de 2025, estos paquetes están sujetos a un arancel del 30% o 25 dólares por artículo (lo que sea mayor), y a partir de junio, el arancel subirá a 50 dólares por artículo. Si no se envían por medios postales, se les aplica un arancel total superior al 50%. Urge subir del 19% al 30% de arancel en México como nuestro vecino país para ser más contundente en eliminar competencia desleal.
Estas políticas públicas representan un nuevo compromiso con el comercio organizado y formal, haciéndolo competitivo otra vez. No solo favorecen al pequeño comerciante, sino también a la industria nacional, al incentivar la producción en México. Por supuesto, hay que estar atentos al contrabando y a la entrada de productos de baja calidad por las fronteras porosas, un riesgo constante.
Mi gemela tuvo que cerrar su tienda, una de muchas que no pudieron sostenerse. Pero también se abre una nueva oportunidad para miles de comerciantes formales que ahora pueden vender sus productos a precios justos, donde toda la cadena de valor —productores, distribuidores y consumidores— pueda salir beneficiada. Porque detrás de cada madeja de hilo, de cada aguja, hay una historia, una familia, un sueño. Y cuando el comercio es justo, esos sueños pueden bordarse nuevamente, con dignidad, color y esperanza para todos.