La pesca en Puerto Juárez atraviesa uno de sus momentos más críticos. La combinación de baja producción, inseguridad, vedas prolongadas y condiciones climáticas adversas han golpeado directamente la economía de cientos de familias que dependen exclusivamente del mar, obligando a muchos pescadores a endeudarse, abandonar la actividad o migrar hacia empleos informales. Para muchos, la pesca dejó de ser una actividad que garantice el sustento diario.
Hoy, pescadores y sus hogares enfrentan ingresos inestables, deudas crecientes y una incertidumbre constante, resultado de un panorama adverso marcado por baja producción, inseguridad en el mar y condiciones climáticas cada vez más impredecibles, que ponen en riesgo una actividad que durante décadas han realizado Integrantes de la cooperativa Puerto Juárez, reconocieron que la caída en la captura ha reducido de forma severa los ingresos de las familias.
“Hay días que los compañeros salen al mar y regresan sin nada. Antes al menos alcanzaba para la comida diaria, hoy no se recupera ni lo que se invierte en gasolina, este año hasta el pecado se vedó solito porque casi no hay pesca, el año pasado al menos salías y regresabas con algo, mojarra, ahorita no el Chachí, a veces tardas hasta teres días en altamar y no se recupera lo que se invirtió en combustible”, señaló el pescado conocido como “Pavita” Indicó que deben buscar otras cosas para que salga lo del día, como lavar cascos de lanchas, desempropelar lanchas o pintarlas, lo que salga.
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Actualmente, hay unas 150 familias que dependen de la pesca. Explicó que en temporada baja los compradores disminuyen la demanda y el precio por kilo se desploma, afectando principalmente a los pescadores que viven al día.
Inseguridad que paraliza la actividad
Para continuar trabajando, muchos pescadores han recurrido a préstamos informales para reparar motores, comprar redes o pagar combustible.
Esta situación ha generado una cadena de deudas difíciles de cubrir. Además de que han sufrido con el robo de motores cuyo valor es de 270 mil pesos y entonces se quedan prácticamente sin posibilidad de salir a pescar, porque sin motor no hay trabajo y sin trabajo no hay comida para la familia. El robo de lanchas, motores y equipos de pesca se ha convertido en un problema recurrente.
Los pescadores señalan que, además del daño económico, la inseguridad genera miedo y limita las jornadas de trabajo. “Cuando llegué, hace 24 años te dabas el gusto de escoger las piezas, y ahora es complicado, es complicado y si veo que estamos en riesgo los pescadores, se que se complica con la inseguridad, robo de motores, a los compañeros les han robados sus equipos, esas lanchas que ves allá botadas son porque el mal tiempo las rompe y no hay dinero para repararlas”, dijo Jorge, buzo y pescador Esta situación ha obligado a algunos a dejar sus embarcaciones varadas, reduciendo aún más la producción pesquera local.
Clima y vedas: semanas sin ingreso
Las condiciones climáticas adversas del 2025, los cierres de puerto por frentes fríos o tormentas dejaron a las familias sin ingresos durante días o incluso semanas. A ello se suman las vedas de especies clave, necesarias para la conservación, pero que no siempre cuentan con apoyos suficientes para los pescadores afectados, aunque reconocieron que las autoridades, pero de Isla Mujeres mese con mes los apoyan con despensas.
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Ante la falta de alternativas, varios pescadores han optado por abandonar la pesca y buscar empleo en la construcción, el turismo o actividades informales, generalmente sin prestaciones ni estabilidad.
Este abandono progresivo amenaza con desintegrar una actividad tradicional que por décadas dio identidad y sustento a Puerto Juárez. La crisis pesquera no afecta únicamente a quienes salen al mar, sino también a fileteros, vendedores, restauranteros y otros servicios que dependen de la pesca local.
Sin una estrategia integral que atienda la inseguridad, el acceso a apoyos y la recuperación productiva, la pesca artesanal en Puerto Juárez corre el riesgo de desaparecer. Pescadores con décadas de experiencia aseguran que las jornadas en altamar ya no garantizan ganancias.
Hay días en los que regresan con redes casi vacías y, cuando logran capturar producto, deben venderlo a precios más bajos debido a la sobreoferta, la reducción de compradores y la competencia con producto foráneo.
En hogares donde la pesca es la única fuente de ingreso, esto se traduce en dificultades para cubrir gastos básicos como alimentación, gasolina para las embarcaciones, mantenimiento de motores, renta o servicios.
