Quintana Roo / Cancún

Fractura no detiene su viaje: Alejandra se aventuró en el Tren Maya pese a sufrir un accidente en Cancún

Pese a que Alejandra tuvo un accidente, no dejó pasar la oportunidad de conocer el ferrocarril.
Una fractura no impidió que se fuera a Izamal y recordara su infancia, en Guatemala / Rodolfo Flores

En la terminal del Tren Maya, la familia Orozco esperaba su viaje rumbo a Izamal. Alejandra, madre de familia, se encontraba en silla de ruedas debido a un accidente sufrido en Plaza Las Américas, donde cayó en un registro abierto y se fracturó una pierna. A pesar de la lesión, aprovechó que una de sus hijas viajaría a una boda en Yucatán para por fin conocer el megaproyecto. Comentó que le emocionaba viajar como solía hacerlo de niña, en Guatemala.

Viajaba acompañada de sus dos hijas, una de ellas con destino a una boda en Izamal, y la otra simplemente como parte del plan familiar para aprovechar la oportunidad y conocer una ciudad de la que solo habían escuchado cosas buenas. Ninguna de las tres conocía ese destino y compartían la emoción de descubrirlo juntas, en lo que describieron como un viaje especial y diferente.

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Para Alejandra, esta era más que una salida turística. Su caída ocurrió hace aproximadamente un mes y debe permanecer seis semanas más en silla de ruedas, con la pierna inmovilizada; sin embargo, esta situación no fue impedimento para lanzarse a la aventura. Desde que supo del viaje, lo consideró como una oportunidad que no quería dejar pasar, incluso si eso significaba movilizarse con limitaciones físicas.

El Tren Maya representaba algo más profundo para ella. Al haber nacido en Guatemala, recordó cómo durante su infancia era habitual trasladarse en tren, una experiencia que hoy casi ha desaparecido en su país. Por eso, para Alejandra, subirse al tren no sólo era un medio para llegar a Izamal, sino una forma de revivir una etapa de su vida y, sobre todo, compartir esa sensación con sus hijas.

La historia familiar también acompaña este viaje. Alejandra llegó a México hace treinta años y, al poco tiempo, conoció a su esposo. Desde entonces decidió que Cancún sería su hogar y el lugar ideal para criar a su familia. Sus hijas nacieron en esta ciudad y el viaje era también una oportunidad para fortalecer ese vínculo familiar que siempre ha cuidado con dedicación.

El entusiasmo entre los paseantes era notable, antes de abordar los vagones / Rodolfo Flores

Aunque el entusiasmo era evidente, también hubo cierto grado de discreción. Alejandra comentó que su esposo, quien trabaja en Monterrey desde hace casi un año, no estaba muy convencido de que hicieran el viaje en esas condiciones. Sin embargo, eso no detuvo a la familia, que decidió emprender el trayecto, convencidas de que estar juntas y crear recuerdos valía más que cualquier precaución.

Después del recorrido, planeaban regresar también por tren. El viaje de ida era solo el principio de lo que esperaban fuera una experiencia inolvidable. Además de asistir a la boda, planeaban caminar (en la medida de lo posible) por las calles de Izamal, conocer su arquitectura y su colorido característico, ese tono amarillo que tanto habían escuchado mencionar.