
La costa yucateca es el hogar de una amplia variedad de formas de vida, entre las que destacan algunas especies endémicas de la región. Es el caso del pez sapo reticulado (Sanopus reticulatus), que se distribuye exclusivamente el litoral norte del estado.
Habita en cuevas coralinas a profundidades de hasta 10 metros, en donde suele ser capturado ilegalmente para su venta en restaurantes, a pesar de ser inapto para el consumo humano. Se distingue por su cuerpo oscuro, cubierto por una red de líneas pálidas, una cabeza aplastada y numerosas barbillas ramificadas en el mentón.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), clasifica a la especie como "En Peligro", debido a su muy reducido rango de distribución. Además, existe evidencia de que su hábitat está siendo fragmentado y degradado.

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Florecimiento algal nocivo: amenaza silenciosa
Debido al florecimiento algal nocivo (FAN), fenómeno que provoca hipoxia (falta de oxígeno), y el cual ha sido detectado en los puertos de Chelem, Progreso y Chuburná, decenas de ejemplares de la especie han recalado.
Debido a la presencia de contaminantes en el agua, los que funcionan como fertilizantes para las microalgas, especialistas temen que los florecimientos puedan volverse permanentes, afectando gravemente a la biodiversidad.