
En el corazón del Muelle del Camino Real, entre el bullicio de las actividades pesqueras y el olor característico del mar, Dalia, una niña de apenas 8 o 9 años, disfruta de sus vacaciones de Semana Santa de una manera muy especial. Lejos de elegir playas o destinos turísticos, Dalia dedica estos días a ayudar en el negocio familiar, de limpieza y venta de pescado, mostrando una alegría y entusiasmo poco comunes para su edad.
Luego de disfrutar como desayuno, un pescado frito recién capturado, del cual invitó a personal de Por Esto! inició con la actividad del día.
Con manos hábiles y una gran sonrisa, Dalia se encarga de escamar pescados junto a sus padres y su abuelo, el líder pesquero Virgilio Pérez Chan. Para ella, esta actividad no es una obligación, sino una oportunidad de convivir con su familia, aprender el valor del trabajo y sentirse parte de una tradición que ha pasado de generación en generación.

El negocio familiar es uno de los tantos que dan vida al muelle, donde los pescadores llegan con el producto fresco del día y familias como la de Dalia lo preparan para la venta. Desde temprano en la mañana, ella está en el puesto, siempre dispuesta a colaborar, y aunque la tarea parece agotadora, su energía no decae.

Mientras sus amigos en otros lugares descansan o juegan, Dalia se sumerge en este mundo de trabajo y aprendizaje, llevando consigo un amor profundo por el oficio de su familia. Aunque su estatura es pequeña frente a las cajas llenas de pescado, su dedicación y espíritu son gigantes.

Así, Dalia pasa estas vacaciones, no solo ayudando en el negocio familiar, sino también fortaleciendo los lazos con su familia, aprendiendo valores fundamentales y dejando en el muelle del Camino Real una huella que nadie olvidará. Un ejemplo de cómo incluso las manos más pequeñas pueden contribuir en grande.