
Lo que comenzó como una carrera desesperada por salvar la vida de un menor terminó en una escena desgarradora frente a un centro de salud comunitario. La mañana de este miércoles, un joven de 16 años perdió la vida a bordo de un vehículo particular en la colonia Plutarco Elías Calles, sin alcanzar a recibir atención médica a tiempo.

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El relato de los hechos, proporcionado por testigos y por las autoridades, revela un episodio marcado por la urgencia, la impotencia y el dolor. Salomón Castillo, un ciudadano que circulaba por calles de la colonia Volcanes en su Volkswagen Derby color plata, con placas de Campeche, jamás imaginó que su día tomaría un giro trágico.

Mientras manejaba, fue detenido por una pareja desesperada, con un pequeño en brazos, que lo abordó con súplicas. El padre, agitado, le explicó que su hijo mayor estaba muy grave y que necesitaban llegar cuanto antes al hospital del Seguro Social en el centro de la ciudad. Sin dudar, Salomón les ofreció llevarlos.
La angustia aumentaba con cada minuto. A medio camino, la madre del menor, temiendo que el hospital estaba demasiado lejos y su hijo no resistiría el trayecto, pidió cambiar el destino: rogaron ser llevados al módulo de salud del municipio, ubicado en la calle José Narváez, esquina con 29 de Abril, ya en la colonia Plutarco Elías Calles.

Salomón detuvo su vehículo en el acotamiento izquierdo frente al centro de salud. Los padres descendieron con premura, pidiendo auxilio. Un médico en turno salió rápidamente y se dirigió al automóvil. Al revisar al joven, la noticia cayó como un balde de agua helada: el menor ya no presentaba signos vitales. Nada se pudo hacer.
En cuestión de minutos, el sitio fue acordonado por personal de Protección Civil, elementos de la Dirección de Seguridad Pública y del Servicio Médico Forense de la Fiscalía. Se trató el lugar como escena de atención clínica, y se siguieron los protocolos necesarios.
Tras verificar que el fallecimiento se debió a un cuadro clínico, sin indicios de violencia, personal de la Fiscalía permitió que una funeraria local dialogara con la familia para coordinar el levantamiento del cuerpo, los trámites legales y su traslado para velación y sepultura.
A un costado del vehículo, los padres del menor se fundían en abrazos de desesperación. Familiares y vecinos que llegaron al sitio no podían ocultar su dolor. Algunos lloraban en silencio, otros simplemente observaban, sin poder creer lo que estaba ocurriendo.

“Solo quise ayudar”, alcanzó a decir Salomón, aún consternado por lo vivido, mientras las autoridades le agradecían su disposición solidaria y tomaban su declaración.
El menor no alcanzó la sala de urgencias. Su historia se apagó en el asiento de un automóvil, en manos de ciudadanos que hicieron todo lo posible. La comunidad, dolida y consternada, se reúne ahora en torno a la familia para despedir a un joven que se fue demasiado pronto.
JGH