Quintana Roo se encuentra en una de las etapas más delicadas de su temporada de incendios. Hasta ayer, cinco siniestros permanecían activos en diferentes puntos del estado, afectando un total de 581 hectáreas de vegetación, según datos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).
El siniestro más extenso se localiza en la comunidad Francisco May, en Lázaro Cárdenas, donde se han consumido 370 hectáreas. Le siguen Santo Domingo, en el mismo municipio, con más de 100, y la zona continental de Isla Mujeres, donde el fuego ha devastado otras 201.
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A estos se suma un foco en Felipe Carrillo Puerto, dentro de la comunidad Los Chunes, con 13 hectáreas dañadas y 90% de control. Un incendio más en Xul-Há, bajo una línea eléctrica del Tren Maya, cuya extensión aún no ha sido cuantificada oficialmente.
En el último caso, habitantes han señalado que se consume principalmente caña y aseguraron que forma parte de un proceso agrícola, aunque no se ha confirmado si es controlado o constituye una amenaza activa.
Para contener las llamas se han desplegado 118 elementos, entre brigadistas federales y voluntarios ejidatarios, Protección Civil y bomberos municipales. Las labores de control se han visto complicadas por ráfagas de viento, vegetación seca y la topografía accidentada que limita el acceso a varios puntos.
Desde enero, la Conafor ha registrado un total de 683 hectáreas afectadas en el estado, una cifra que evidencia el aumento sostenido de incendios en ecosistemas vulnerables como la selva media y baja.
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Las autoridades hicieron un llamado urgente a la población, especialmente a productores y cazadores, para evitar el uso de fuego en zonas rurales. Insistieron en no realizar quemas agrícolas sin supervisión, ni encender fogatas o quemar basura. También se exhortó a los automovilistas a no arrojar colillas de cigarro desde los vehículos, una práctica común que puede desencadenar siniestros en las orillas carreteras.
La coordinación estatal de Protección Civil recordó que estas conflagraciones no sólo afectan la vegetación y fauna, sino que representan un riesgo directo para las comunidades cercanas y combatientes que trabajan en condiciones extremas.
