Laurie cumplió 10 meses viviendo en el Aeropuerto Internacional de Cancún (AIC), repitiendo la misma rutina cada día.
La mujer, de nacionalidad estadounidense, ofrece distintas versiones sobre su situación: en una asegura que no puede regresar a su país porque su pasaporte está vencido y en otra afirma haber sido víctima de trata y que le arrebataron sus documentos.
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Desde diciembre del 2024 deambula por las terminales del complejo aeroportuario, donde ya es reconocida por trabajadores que, ocasionalmente, la invitan a comer. Su estado físico preocupa al personal, ya que luce extremadamente delgada y parece sufrir episodios de paranoia. Según relatan empleados, suele huir cuando alguien intenta acercarse y en varias ocasiones muestra una actitud hostil.
Laurie permanece principalmente en la Terminal 2, donde pasa gran parte del día en el área verde que conecta con el estacionamiento.
En un carrito de equipaje guarda las pocas pertenencias que conserva. Por la noche, alrededor de las 9:00 p. m., suele ingresar al edificio para dormir en las sillas y asearse en los baños, aunque al amanecer debe salir nuevamente.
Un detalle que llama la atención es la inconsistencia en su relato. En ocasiones menciona haber sido engañada y explotada; en otras, simplemente se refiere a un problema migratorio. Esa contradicción, junto con su actitud reservada y defensiva, ha llevado a quienes la observan a pensar que podría padecer un trastorno psicológico, lo que incrementa la preocupación por su salud mental y emocional.
De acuerdo con empleados, Laurie no logra alimentarse todos los días. A veces recibe comida por parte de la cafetería de la Guardia Nacional o de trabajadores que se compadecen de ella, pero hay jornadas en las que apenas consume algo. Esto ha deteriorado visiblemente su condición: además de la delgadez extrema, muestra signos de agotamiento y desconfianza, hasta el punto de evadir cualquier intento de diálogo o ayuda.
Una de las múltiples versiones que ha compartido sobre su situación remonta al momento en que llegó a México, supuestamente para asistir a un familiar enfermo. Según su testimonio, tras su arribo fue llevada a un rancho donde la retuvieron y le quitaron sus papeles, hasta que logró escapar. Desde entonces, ha buscado apoyo en distintos estados —incluido Veracruz—, sin obtener una solución concreta que le permita regularizar su estatus.
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En diciembre del año pasado llegó a Cancún, con la esperanza de que, al tratarse de un destino turístico, podría encontrar apoyo. Sin embargo, la realidad fue muy distinta.
Quienes laboran en el aeropuerto expresan preocupación por el deterioro progresivo de su salud. Para ellos, su caso es claro ejemplo de abandono institucional: a pesar del tiempo transcurrido, ninguna autoridad ha intervenido para ofrecerle una alternativa clara.
Hoy, Laurie continúa atrapada entre el estacionamiento y la Terminal 2, sin una respuesta oficial, con la esperanza intacta de que algún día su calvario termine, después de más de 300 días repitiendo la misma historia.