
La mañana de este Viernes Santo, Tulum fue escenario de una de las manifestaciones religiosas más significativas del calendario cristiano: el Viacrucis. La representación, que conmemora el camino de Jesucristo hacia su crucifixión, inició en la iglesia central de la ciudad, la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, y contó con la participación de decenas de fieles que, entre oraciones y cantos, recorrieron las principales calles como acto de devoción y fe.
El Viacrucis —también conocido como el Camino de la Cruz— es una tradición que se remonta a los primeros siglos del cristianismo, inspirada en el recorrido que, según los evangelios, Jesús hizo desde el Pretorio de Pilato hasta el monte Calvario, donde fue crucificado. A lo largo del trayecto, los participantes escenifican las 14 estaciones que representan momentos clave de ese sufrimiento, desde la sentencia hasta su sepultura. En Tulum, como cada año, la representación fue organizada por la c local, con actores voluntarios que, caracterizados con vestuarios de la época, recrearon escenas que invitan a la reflexión espiritual. La procesión se convirtió no solo en un acto de fe, sino también en un evento cultural que convocó a familias completas y turistas que se unieron con respeto y curiosidad.
Esta conmemoración forma parte de las actividades litúrgicas de la Semana Santa, una de las fechas más importantes para el cristianismo, que rememora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Para el sábado, se espera la tradicional Vigilia Pascual, donde los fieles se reúnen al caer la noche para celebrar la resurrección del Mesías con una ceremonia que incluye la bendición del fuego nuevo y el encendido del Cirio Pascual.
El domingo, las celebraciones culminarán con la Misa de Resurrección, conocida también como Domingo de Pascua, considerada la fiesta más grande del calendario cristiano, al simbolizar la victoria de la vida sobre la muerte y la renovación de la fe.
Con una amplia participación y en un ambiente de respeto, Tulum reafirma su tradición religiosa y comunitaria, manteniendo vivas las raíces espirituales que, año con año, se expresan en este acto simbólico que traspasa generaciones.