
El encarecimiento de un 50 por ciento en los insumos básicos para la elaboración de hamacas, dificulta en muchas de las ocasiones su venta, pues de conseguirse en 40 pesos el rollo, actualmente se venden en 80 pesos, lo que incrementa el precio final de la hamaca, pero dificulta que las personas quieran comprarla, comentó a POR ESTO! Gloria María Chuc Canché, artesana de Tixkokob.
“Antes, un rollo de hilo me costaba entre 40 y 50 pesos; ahora, dependiendo del color y tipo, puede llegar a costar hasta 80 pesos o más. Eso ha encarecido mucho nuestras hamacas, y aunque todo es hecho a mano, mucha gente ya no lo quiere pagar”, lamentó la artesana, quien desde hace años se dedica a este oficio con ayuda de su familia.
Gloria elabora hamacas personalizadas, con nombres bordados o diseños específicos como flores, abanicos y motas, en materiales que van desde el algodón hasta la seda, combinados con creatividad y paciencia. Explica que el grosor del hilo también influye en el proceso: “Manejo desde el número nueve, que es muy delgadito, hasta el 24, más grueso. También uso hilo tipo crochet de 100 por ciento algodón, que es más fino, y seda, que es delicado y elegante”.
Todas sus piezas se hacen de forma completamente artesanal. “No hay máquinas, no hay nada. Todo lo hacemos nosotros, a mano. Mi esposo pone el brazo (la estructura), mi hija hace las trenzas, y yo me encargo del tejido. Es un negocio familiar”, comparte con orgullo. Una hamaca puede tardar hasta dos meses en completarse, o más si es un modelo especial de crochet.
Los precios, afirma, dependen del material y el diseño: “Una hamaca individual en seda puede costar unos 700 pesos, mientras que una matrimonial con adornos puede llegar a mil 450 pesos o más. Todo depende del tipo de hilo, si lleva nombre, diseño especial, o si se le cambian los brazos por unos de algodón”.

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La artesana expresó su preocupación por el futuro de este oficio: “Cada vez se vende menos porque dicen que está caro, pero no ven el trabajo que hay detrás. A veces ni la mano de obra se paga. La tradición se está perdiendo”.
Sin acceso a plataformas digitales, Gloria vende sus hamacas directamente en su casa o en ferias cuando es invitada. También recorre colonias y pueblos, cargando sus piezas para ofrecerlas a quien valore el trabajo artesanal. “Nos invitan poco, y en eventos no se vende mucho. En cambio, en los pueblos sí hay quien las compra, ahí cargamos y salimos a vender”.