
La salinera Xtampú se encuentra en un territorio que ha sido ocupado por los mayas para el proceso artesanal del cultivo y la cosecha de este producto, actualmente continúa la recolección, a pesar de la alarmante disminución de sus charcas por diversos factores.
José Chi Aké, integrante de la cooperativa, explicó a POR ESTO! que la salinera ha pasado de generación en generación en décadas recientes, pero las obras a su alrededor la han impactado de manera negativa, además de sufrir inundaciones durante el paso de huracanes, como Isidoro en 2002, que la dejó inactiva varios años.
“De las más de 100 charcas que había ahora sólo quedan unas 13”, reveló. De hecho, el periódico de la Dignidad, Identidad y Soberanía informó hace tres años de la situación y en aquella oportunidad se tenían 33 charcas, por lo que la reducción fue del 60 por ciento.

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Ese bajón comenzó desde que hay un complejo de lujo, con un club de yates a 4.2 kilómetros de distancia.
“Para que puedan entrar los yates necesitaban cierta profundidad y tuvieron que hacer que el mar cruce al lado de las lagunas con un paso de agua (debajo de la carretera), eso ocasionó que se inunden las charcas, porque se supera el límite del agua”, detalló.
“Dicen que ellos no tienen nada que ver, porque están lejos, le echan la culpa al cambio climático, pero es el agua de mar que entra, desde donde están los yates”, sostuvo.
No funcionales para recolección
Con el exceso de agua salada, las charcas ya no son funcionales para la recolección, además de que tienen vida. “Puedes ver los peces”, mostró.
Esa situación igual ha propiciado que no quede nada de la llamada laguna rosa. “El color era por una pigmentación de las algas, pero con tanta agua de mar, apenas se ve”, dijo el entrevistado.
De tal manera, lo que proyectos inmobiliarios venden como una laguna en San Bruno en realidad es agua de mar.

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Así que el único color rosa en el rumbo son los que tienen las charcas de la salinera, cuyo ingreso para un recorrido tiene un precio accesible (20 pesos), además de que se brindan servicios adicionales, como exfoliación de pies y cuerpo y venden productos diversos.
Gracias a estos atractivos la salinera formó parte de dos programas de promoción turística en la pasada administración. Fue el número 165 de los “365 días en Yucatán” y el 218, de los “365 sabores de Yucatán”.
Con la amenaza de numerosos desarrollos inmobiliarios, que incluso ya buscaron hacerse del agua de Dzemul, en complicidad con su presidente municipal, la salinera forma parte de un oasis.
Por eso tendría que ser respetada y protegida, de acuerdo con la reforma del artículo 2 constitucional, que señala que los pueblos indígenas tienen derecho a la conservación y protección del medio ambiente y de la capacidad productiva de sus territorios y recursos, sobre todo si lo han ocupado durante siglos.
Con eso podrán preservar la bioculturalidad y la integridad de las tierras, incluidos sus lugares sagrados declarados, de conformidad con las disposiciones jurídicas aplicables en la materia.