
Para muchas madres, este 10 de mayo no es diferente a los otros días; a sus 44 años y con tres hijos, Asunción Alegría García lleva casi dos décadas vendiendo frutas de temporada en el mercado “Pedro Sainz de Baranda”.
Su historia comenzó mucho antes, cuando a los siete años empezó a ayudar a su madre, Celeste García Crisóstomo, en la venta de productos del campo. Desde su hogar en Imí, viajaban juntas al mercado principal de Campeche, donde con el tiempo se ganó el cariño de los locatarios, quienes años después le dieron la oportunidad de establecer su propio puesto.
Golpes de la vida
Hoy, Asunción trabaja en el primer semáforo del mercado del Circuito Baluartes, ofreciendo frutas como pitaya, mango, nance y ciruela, según la temporada; entre días buenos y malos, ha sacado adelante a sus tres hijos sola, tras ser abandonada por su esposo. Menciona que este 10 de mayo no fue distinto: lo pasó trabajando, como cada año.
Fiel a su apellido, mantiene siempre un rostro alegre, aunque se torna serio cuando habla de su hijo menor, William Omar (18 años), quien padece hemofilia; sus hijas, Layda Celeste (21) y Denisse Alexandra (19), ya han formado sus propias familias.
Herencia de lucha

Señala que su madre tuvo doce hijos y también los sacó adelante sola, vendiendo productos como jamaica, repollo, chayote, rábano, cilantro y pepino, que sembraba en su terreno de Imí. Cuando vendieron el terreno, se mudaron a Samulá; sin embargo, la diabetes obligó a su madre a vender su puesto en el mercado para costear su tratamiento, enfermedad que lamentablemente terminó con su vida.
La batalla de su hijo
Cuando habla de William, su semblante cambia. Él dejó de recibir tratamiento para la hemofilia a los 15 años, pero aun así trabaja, pese a que su madre insiste en que no lo haga. “Hoy no pudo salir, se le hinchó el pie, está acostado, en reposo. Solo rezo para que no le pase nada más”, cuenta.
Asunción absorbe la mayor parte de los gastos del hogar; su rostro vuelve a iluminarse cuando un cliente se acerca a preguntarle el precio de la bolsa de ciruelas. Para ella, este 10 de mayo fue un día más de trabajo, pero también un día de agradecimiento silencioso por la vida de sus hijos.
JY