
Filiberto Uitz Martín, de 84 años, y Rafael Ángel Barrancos, de 90, originarios de Pomuch, compartieron con tristeza que no esperan ser festejados este Día del Padre; ambos son viudos desde hace años y aseguran que, sin la madre de sus hijos, las celebraciones han perdido sentido.
"Los hijos son como los crías, así se portan. Pero cuando uno se queda solo, ya no es lo mismo (…) tu viejita, como sea, te cuidaba, te protegía"
“Es mejor no recordar el pasado, porque ya no es igual; nuestros hijos tienen su vida y la madre que los unía ya descansa a la diestra del Señor”, dijeron con nostalgia.
Cada tarde, se refugian en el parque del pueblo, donde rememoran su juventud.
"Ahora, en esta edad, lo único que hacemos es estar en casa de los hijos (…) si es que se puede", relató don Filiberto, quien confesó que no acostumbra festejar el Día del Padre, y que solo recuerdan a la madre con flores y veladora donde descansa en el cementerio.
Por su parte, don Rafael Barrancos comentó que sus hijos viven lejos y que prefiere salir a buscar amigos, porque en su casa solo está el silencio.
Don Tránsito Caamal, otro vecino del poblado, opinó que muchos hijos son ingratos; “conozco familias donde los hijos llegan a consumir lo poco que tienen sus padres y no aportan nada. Yo no les pido ni un peso, porque ya sé que no tienen la voluntad de ayudar. Vivo con lo que gano trabajando, sin hacerme ilusiones”, expresó.
Don Felipe Tamay, también viudo, reflexionó: “Los hijos son como los crías, así se portan. Pero cuando uno se queda solo, ya no es lo mismo (…) tu viejita, como sea, te cuidaba, te protegía. Cuando ella ya no está, lo único que queda es el recuerdo”.
Este domingo, Día del Padre, los tres hombres acudirán al cementerio a llevar flores a quienes, en vida, los acompañaron y amaron. Un homenaje silencioso para quienes fueron el alma de sus hogares.