
En un histórico y conmovedor acto, el féretro del papa Francisco fue trasladado este sábado desde la Basílica de San Pedro hasta la Basílica de Santa María la Mayor, cumpliendo así su deseo expresado en su testamento.
Tras la celebración del funeral, el ataúd fue llevado en papamóvil a través de las calles de Roma, en un cortejo seguido por decenas de miles de fieles que se congregaron para despedirlo.
A la llegada del féretro a la basílica mariana, cuarenta personas, entre ellas desfavorecidos, migrantes y algunos reclusos, lo esperaban en la escalinata portando rosas blancas, como gesto de gratitud hacia un pontífice que dedicó su vida pastoral a los más marginados.
El ataúd fue conducido solemnemente al interior por los sediarios pontificios, acompañado en procesión por cardenales y obispos, hasta el lugar destinado para su descanso final: una sencilla tumba entre la Capilla Paolina y el sepulcro de la familia Sforza.

Noticia Destacada
Hermana del Papa Francisco no asistirá a su funeral; familia pide honrar su memoria con obras de caridad
Antes del entierro, cuatro niños depositaron cestas con flores blancas en la Capilla Paolina, frente al icónico cuadro de la Virgen Salus Populi Romani, devoción especial del Papa Francisco.
Esta imagen fue la última transmitida en la cobertura del funeral, subrayando la profunda conexión espiritual entre el Pontífice y este sagrado lugar.
La tumba de Francisco es sencilla, como fue su vida: una lápida de mármol blanco con la inscripción "FRANCISCUS" y una reproducción de su cruz pectoral en plata. El entierro se realizó en una ceremonia privada, reservada a familiares, miembros del clero y algunos allegados.
A partir de este domingo, la tumba del papa Francisco estará abierta al público para la veneración de los fieles, quienes podrán rendir homenaje a un Papa que marcó una época con su mensaje de humildad, misericordia y amor incondicional hacia los más vulnerables.
IO