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Quintana Roo / Cancún

Cancún colapsa: El precio de la mala gestión en la ciudad

El destino cumple 55 años de decadencia y deterioro urbano, una problemática que sigue sin resolverse hasta la fecha.
Un crecimiento acelerado y la falta de planificación convirtieron a este polo turístico internacional en una demarcación con múltiples problemas estructurales evidentes
Un crecimiento acelerado y la falta de planificación convirtieron a este polo turístico internacional en una demarcación con múltiples problemas estructurales evidentes / Mario Hernández

La fisonomía de Benito Juárez se ha visto impactada por diversos factores. A pesar de ser una ciudad joven, su decadencia y deterioro son evidentes debido a problemas no atendidos durante años; entre ellos destacan el crecimiento acelerado y desordenado, así como la falta de una planificación urbana adecuada.

Además, la inversión en infraestructura y servicios públicos ha sido insuficiente, lo que ha generado inconvenientes como tráfico, contaminación, escasez de agua potable y deficiencia en otros servicios básicos.

Más de la mitad de lo reportado corresponde a Benito Juárez, que suma 291 mdp, de los que 241 corresponden al pago por la concesión del alumbrado publico

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Por otro lado, la mala gestión de los recursos públicos ha sido una constante en Cancún. El desarrollo inmobiliario especulativo ha impulsado la construcción de proyectos de lujo que no responden a las necesidades de la mayoría de los habitantes, quienes en muchos casos apenas pueden acceder a créditos para pequeñas viviendas.

Esta situación ha provocado hacinamiento e incluso fomentado invasiones. A ello se suma la incursión del crimen organizado, que obligó al cierre y abandono de numerosos negocios, como ocurrió en la avenida Yaxchilán, que desde hace más de una década perdió su vida y colorido.

Si bien, estos problemas no son exclusivos de Cancún, resulta inaceptable que, con la inversión extranjera y los millones de dólares que ingresan anualmente por el turismo, la ciudad, que apenas cumple 55 años, parezca tener dos siglos de antigüedad debido a su constante deterioro. Aunque de vez en cuando se “maquillen” algunas zonas, la realidad sigue siendo evidente, señalaron pioneros y arquitectos.

Viviendas improvisadas reflejan  la desatención social y municipal
Viviendas improvisadas reflejan la desatención social y municipal / Mario Hernández

Asentamiento

En los inicios de Cancún, el crecimiento desordenado propició invasiones, principalmente por migrantes que buscaban asentarse. Con el tiempo, estos terrenos formaron un extenso “cinturón de miseria”, situación que los políticos aprovecharon para intercambiar tierras por votos.

Héctor Ortega, pionero de Cancún, recordó que en los 80s toda la ciudad ya era una invasión. Él llegó a la Supermanzana 60, compró un predio a los líderes y estuvo sin agua y sin luz hasta la creación del programa “Nuevos Horizontes” a mediados de esa década, cuando se empezaron a regularizar esas regiones.

“Los Gobiernos no tenían un ordenamiento habitacional y comenzaron a promover las invasiones con fines políticos, porque les prometían que regularizarían los terrenos. Así fue el crecimiento de la ciudad. Todas las Regiones empezaron así, y cuando quisieron ordenar, aparecieron las Regiones 90s, interviniendo el Instituto de Vivienda de Quintana Roo (Inviqroo) y se repartieron terrenos, pero también con fines políticos del Frente Único de Colonos (FUC) y otras organizaciones, porque la historia de Cancún se basó en las invasiones, y luego explotó el crecimiento, por la falta de planeación”, afirmó Ortega.

El proyecto “Nuevos Horizontes”, impulsado por el entonces gobernador Pedro Joaquín Coldwell (1981-1987), buscó regular el crecimiento acelerado y junto con el Fideicomiso Puerto Juárez se quiso tener un control sobre la tenencia de la tierra, pero con viviendas económicas, y vino el tema de Alfredo V. Bonfil, que fue consecuencia de no poder brindar servicios básicos en su momento, lo que derivó en la expansión de asentamientos irregulares como Valle Verde, Tres Reyes y El Milagro.  

Calles sin atención por parte del Gobierno, y  basura, caracterizan a varias Regiones
Calles sin atención por parte del Gobierno, y basura, caracterizan a varias Regiones / Mario Hernández

División

La arquitecta, conferencista y escritora Isabel Rosas conversó con PorEsto! sobre la decadencia de Cancún, donde la zona hotelera es “maquillada” ocasionalmente, mientras que las autoridades al no quieren ver al resto de la ciudad.

“Cancún se divide en la zona hotelera, donde casi todo funciona bien; luego tiene una transición, en el primer cuadro, con una zona de negocios y de alguna manera próspera; y luego viene el Cancún real, de las colonias perdidas, donde vive la gente a la que nadie le importa, la que sirve a la gente de la zona hotelera, en un ambiente de lujo, y luego regresan a su realidad, donde todo está mal y el deterioro es el que prevalece. Esos serían los tres paisajes puntuales”, explicó.

Rosas criticó a las autoridades de Desarrollo Urbano por autorizar conjuntos habitacionales que fomentan la desintegración social, la discriminación, inseguridad, desconexión cultural, social y educativas, deforestando y predando los terrenos “como si fueran los dueños de la naturaleza”, y que deriva en olas de calor.

Además, señaló que, arquitectónicamente carece de vivienda digna, lo que genera hacinamiento, emociones negativas (opresión o desolación) y afecta la calidad de vida de los habitantes. Incluso, llegan a decir que se entregaron 20 mil casas, que son indignas.

También se refirió a los “guetos” de la avenida Huayacán (lugar donde se concentra a un grupo minoritario), con casas búnker, de altos muros para protegerse de la inseguridad. En estos desarrollos, las trabajadoras del hogar deben caminar largas distancias sin sombra (porque no hay árboles) ni transporte adecuado, reflejando una planificación centrada en los automóviles y no en las personas, por parte de arquitectos “impreparados”.

Faltan aposentos dignos, lo que  genera desigualdad y una crisis  metropolitana sin control
Faltan aposentos dignos, lo que genera desigualdad y una crisis metropolitana sin control / Mario Hernández

“Por eso Cancún está así, no es una ciudad funcional, en esas casas de los desarrollos bunker, las autoridades deberían obligar a que den hacia afuera para generar tráfico humano, ahora las ciudades ya son proyectadas para los coches y los seres humanos pasaron a segundo plano”, señaló.

Antes, las zonas residenciales se concentraban en el primer cuadro de la ciudad y la zona hotelera, pero ahora se han desplazado al sur, con desarrollos como Cumbres o Aqua, áreas urbanas residenciales cerradas con una imagen acorde a una ciudad moderna, pero alejada del centro.

Esto ha acentuado la división social, mientras que dentro de la mancha urbana, la imagen se ha degradado con edificios grafiteados y abandonados, ocupados por indigentes, en un destino turístico de renombre mundial, pero que “oculta” a la vista de todos, la evidente pobreza y desigualdad de los habitantes.

Zonas como Corales, en la Región 77, la “Calle de las Sirenas” en las 60s y 90s, son una clara muestra de lo avejentado y descuidado que está Cancún, el que nadie ve (a nivel político), pero que existe y que ha permanecido ahí por décadas.

Las Regiones 70s, con sus problemas de agua, así como las 90s, sin mencionar el abandono, por años, del antiguo panteón, ubicado sobre la avenida José López Portillo, en la 91, que está en manos de la Operadora y Administradora de Bienes Municipales (Opabiem).

El lugar tiene más de 2 mil tumbas y se calcula que el 75% estarían abandonadas porque los familiares de los finados ya no van, pese a que hay brigadas de limpieza para sepulcros y pasillos, la desatención es evidente.

El primer cuadro muestra edificios estropeados. Antiguas  zonas vibrantes ahora lucen desoladas
El primer cuadro muestra edificios estropeados. Antiguas zonas vibrantes ahora lucen desoladas / Mario Hernández

Precariedad

A un costado del IMSS de “La Cuchilla”, en la Región 89, una nueva invasión surgió con precarias construcciones. Situaciones similares ocurren en el antiguo hospital general y la tienda del ISSSTE, en la avenida Kabah con Miguel Hidalgo, en la 93, ocupados por personas sin hogar o malvivientes.

Este fenómeno social se extiende hasta la zona fundacional, donde la “magia” de la Yaxchilán se esfumó por la incursión del crimen organizado y el “cobro de piso” que ahuyentó a restaurantes icónicos de la zona y hoy sólo quedaron escasos negocios formales y el resto informales, en medio de edificios abandonados.

Incluso la zona hotelera sufre deterioro, como en Pok-Ta-Pok y las Villas Juveniles del CREA, que fueron demolidas tras una larga historia y que, de acuerdo con la arquitecta, debió haber quedado como un legado, porque tenía una función multicultural.

Aunque se anunció una inversión de 250 millones de pesos por parte del Fideicomiso para el mantenimiento de playas, el boulevard Kukulcán y la estructura del puente de la laguna Nichupté reflejan abandono.

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Celso Toledo Matus, topógrafo que llegó hace 56 años, fue uno de los que construyó el primer puente y ha dado cuenta de su deterioro, advirtiendo sobre la necesidad de prestar atención a las estructuras afectadas por el salitre.

En síntesis, el crecimiento descontrolado ha sido uno de los mayores problemas de Cancún, ciudad que ganó prestigio internacional por su belleza natural, pero que también adquirió mala fama por la inseguridad e imagen urbana descuidada, con basureros clandestinos, calles en mal estado y comercio informal desbordado, problemas que las autoridades han ignorado, mientras la gente vive en condiciones poco dignas.

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