
Comerciantes y habitantes de las regiones 200, 210, 217, 259 y 260 reportan el constante rebosamiento de aguas negras, situación que han denunciado reiteradamente ante la concesionaria Aguakan sin recibir respuesta efectiva. Aseguran que, lejos de resolverse, el problema empeora, provocando no sólo una caída en las ventas por el mal aspecto que aleja a los clientes, sino también afectaciones mayores debido al agua estancada.
Durante un recorrido por estas cinco regiones del municipio, los vecinos expusieron las problemáticas derivadas del derrame de aguas residuales, que brotan de los registros para luego retornar por las coladeras, manteniéndose así durante todo el día y contaminando el entorno.

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En la avenida Leona Vicario, esquina con calle 131, en la Región 210, Roger, vecino de la zona, expresó: “Hemos reportado varias veces a Aguakan lo que pasa con el registro de aguas negras, pero hasta ahora nadie ha venido a revisar. Los carros pasan, salpican a los peatones sin importarles nada. Al final uno termina con la ropa sucia y oliendo a excremento”.
Erick, residente de la Región 100, manifestó el malestar general entre los vecinos, quienes ya no saben a quién acudir para resolver el problema de tener que caminar diariamente entre aguas verdosas con desechos fecales.
“Vamos a poner el reporte, pero nos dicen que tenemos que esperar porque estamos en lista. Esta situación lleva más de ocho meses sin resolverse, por lo que creemos que la concesionaria se va a ir sin hacer nada al respecto”, señaló Samantha, también habitante de esa misma zona.

En la Región 217, el escurrimiento constante ha dañado la cinta asfáltica, generando baches que se llenan de agua y, al paso de los vehículos, no sólo salpican a los transeúntes, sino también ensucian las fachadas de comercios y viviendas, explicó Lety, vecina del área.
En los límites de las regiones 259 y 260, la afectación es más severa. El agua residual brota de una coladera ubicada a la salida de un andador y se dispersa por todo el estacionamiento, alcanzando incluso los negocios cercanos y dificultando el acceso, además de deteriorar la imagen del lugar. Doña Lilia, quien tiene un negocio de antojitos en la zona, lamentó que su clientela ha disminuido considerablemente.