
Campeche, tierra de selvas y saberes ancestrales, guarda entre sus raíces una tradición que ha resistido la industrialización y el olvido: la elaboración del chicle natural, un producto que no solo forma parte del patrimonio cultural del estado, sino que alguna vez fue codiciado en todo el mundo. A diferencia del chicle comercial moderno, el chicle campechano tiene un origen vegetal, artesanal y sustentable, que comienza en lo profundo de la selva con un árbol milenario: el zapote chicozapote (Manilkara zapota).
🌳 ¿De dónde surge el chicle natural?
El chicle natural se extrae del látex del árbol de chicozapote, una especie nativa de la península de Yucatán. Esta práctica, que remonta a tiempos mayas, fue sistematizada a finales del siglo XIX cuando el producto empezó a ser exportado a Estados Unidos y Europa. Campeche fue uno de los estados clave en esta industria junto a Quintana Roo.
Los chicleros, trabajadores que se adentran en la selva, siguen una técnica ancestral: realizan cortes en forma de “Z” en el tronco del árbol, permitiendo que el látex blanco fluya hacia un recipiente. Esta sustancia luego es hervida durante horas hasta formar una masa sólida, el chicle crudo, que posteriormente se moldea en bloques para su comercialización o uso artesanal.
🧪 ¿Qué lo diferencia del chicle comercial?
A diferencia del chicle natural, el chicle comercial que se vende hoy en día en supermercados y tiendas está hecho a base de goma sintética, un polímero derivado del petróleo. Aunque es más barato de producir y tiene una mayor durabilidad, no es biodegradable ni amigable con el ambiente.
El chicle natural de Campeche, por el contrario:
- ✅ Proviene de fuentes renovables.
- ✅ Es biodegradable y no contamina.
- ✅ Tiene una textura distinta, más densa y duradera.
- ✅ No contiene plásticos ni aditivos industriales.
Por eso, cada vez más empresas especializadas y consumidores buscan regresar al uso de chicle natural como una alternativa eco-amigable y culturalmente significativa.
👩🏽🌾 Una tradición viva en comunidades mayas
En comunidades del sur de Campeche como Calakmul, Xpujil y zonas aledañas, aún se practica la recolección del chicle de manera tradicional. Organizaciones y cooperativas locales están retomando su elaboración no solo como fuente de ingreso, sino también como forma de rescate cultural y ambiental.
El chicle natural campechano se utiliza en productos artesanales, como gomas de mascar sin químicos, dulces orgánicos e incluso en cosméticos naturales. Estas iniciativas también buscan reforestar zonas de chicozapote y promover la economía sustentable entre las nuevas generaciones.
🌱 El chicle como símbolo de identidad
Mientras el mundo moderno se llena de plásticos y artificialidad, en Campeche el chicle natural representa una conexión viva con la tierra, con los saberes mayas y con una forma más respetuosa de consumir. Su historia, aunque silenciosa, sigue latiendo con fuerza en el corazón de la selva maya.
JY